Hristo Stoichkov ex Barcelona playerGetty Images

Cuando Stoichkov dio un pisotón a Urizar en el Clásico

Si nos remitimos a la historia de los Clásicos es casi imposible que no aparezca enseguida el nombre de Hristo Stoichkov. El búlgaro, ídolo en el Camp Nou, que se ha cansado de brillar y hacer goles para el conjunto culé, también ha sabido manchar la pelota.



Hay que volar en el tiempo y remontarnos al 5 de diciembre de 1990, al encuentro de ida de la Supercopa Española que como en su anterior edición (1988, ya que en 1989 el Madrid obtuvo el doblete) volvía a ser un clásico español. La ficha fue un triunfo 1-0 de los madrileños en Barcelona con gol de Michel y luego terminarían adjudicándose el título en el Bernabéu con goleada 4-1. De todas formas poco tendría que ver lo sucedido con la pelota.

En el minuto 40 de juego, el búlgaro simuló una falta ante Chendo que el árbitro del encuentro, Ildefonso Urizar Azpitarte -quien tenía mala fama en Cataluña por haber sido recusado por el propio club azulgrana años antes-, no compró. El entonces entrenador del Barça, Johan Cruyff, saltó de inmediato del banquillo protestando: "¡Siempre igual, pitando todo para el mismo lado!", según comentó el colegiado.

Urizar intentó calmar al holandés pero no hubo caso y tuvo que terminar expulsándole. Ante esto, Stoichkov perdió los estribos y le dio de forma sorpresiva un feroz pisotón en el empeine al juez, quien intentó disimular el dolor pero no pudo: "De repente, se levantó del piso, se acercó y me pisó en el empeine. Traté de no hacer aspavientos, pero me dolía mucho. Podría haber suspendido el partido en ese instante".

La toma de Kung Fu del delantero no tiene desperdicio. Cortita, rápida y certera. Lógicamente, Urizar lo expulsó y tras el hecho le caería una gruesa sanción disciplinar con seis meses de suspensión. Pese a haber encontrado años más tarde en la televisión en donde el búlgaro le pidió perdón e incluso le regaló las botas de la agresión... Sin embargo, hace poco tiempo al ser consultado al respecto aseguró que no se arrepentía de lo realizado en aquella oportunidad.

Sin lugar a dudas, un grande como Stoichkov también ha manchado la pelota y ha dejado su huella marcada a fuego en el empeine del pobre Urizar.

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