EDITORIAL
En un dia en el que Catalunya y España seguían jugando al escondite ley mediante el Barcelona encarriló el partido ante el Málaga con un gol ilegal, pues el balón había salido por la línea de fondo antes de que Lucas Digne sirviera el centro con el que Gerard Deulofeu abrió el marcador. Pero el árbitro no lo vio, el gol subió al marcador y acabó dándole al Barcelona tres puntos que le sirven para mantenerse intratable en lo alto de la clasificación. El resultado fue lo mejor. Eso y el hecho que en el segundo partido consecutivo sin goles de Leo Messi, fue la clase media la que amarró los puntos. La clase media y Andrés Iniesta, mejor dicho.
Porque la falta de recambios de garantías fue uno de los elementos que condenaron al Barcelona la temporada pasada, que fue desinflándose a medida que la fatiga, física y mental, hacían mella en los titulares. Ernesto Valverde asegura que "cuento con todos" siempre que se le pregunta y aunque jugadores como Thomas Vermaelen y Arda Turan todavía no hayan debutado y Paco Alcácer esté teniendo un papel muy testimonial a pesar de tener minutos ante el Málaga, ha logrado que jugadores como Denis Suárez, Paulinho Bezerra y Lucas Digne hayan dado un paso al frente y hoy obliguen al 'txingurri' a estrujarse a la hora de plantear los onces. "Es difícil pero me gusta que sea así" asume el técnico.
Con Iniesta sucede algo parecido. El año pasado se le dosificaba ante la ausencia de reemplazos. Valverde ve en él a "un jugador único, como Messi" y en lugar de dosificarle como Luis Enrique le exprime. Y el manchego se deja, hay que decir. De los catorce partidos disputados hasta la fecha solo se ha perdido dos, aunque todavía no ha completado ningún partido. Sin embargo, su reencuentro con el gol tras establecer el 2 a 0 definitivo tras una sequía de trece meses supone la guinda a unas últimas semanas en las que ha visto que puede seguir siendo importante para el equipo, convenciéndose para firmar el primer contrato vitalicio de la historia del Barcelona.
Los jugadores de refresco y el resurgir de Iniesta son dos claves que permiten entender los detalles de un equipo que, articulado como siempre alrededor de Messi y a pesar de vivir siempre bajo permanente acusación de depender en exceso del rosarino, está siendo capaz de repartir el protagonismo también entre sus escuderos, aguando los argumentos de los que señalan al menudo delantero como única espada de este Barcelona. Porque Messi es mucho Messi. Pero Valverde ha levantado un equipo capaz de ir mucho más allá de la inspiración del rosarino.
