La Selección argentina se jugó gran parte de su suerte en la Copa del Mundo ante Croacia, por la segunda jornada del Grupo D. Las ilusiones de la Albiceleste descansaban en lo que pueda hacer Lionel Messi.
Una vez más quedó claro que Messi solo no puede. Ningún jugador puede solo. Ninguno. Ni Maradona. Es una mentira enorme que Diego ganó un Mundial solo. Tuvo diez jugadores más que lo acompañaron al éxito, todos detrás de una idea.
El equipo que eligió Jorge Sampaoli no tuvo nada para acompañar a su astro, a su esperanza. A su principal carta y a su máximo referente. Nada. Rodeado por jugadores que le dieron sólo 29 pelotas en todo el partido.
Un proceso de cuatro años totalmente caótico. Una Asociación que nunca apoyó como corresponde a un equipo de primer nivel. Presidentes, elecciones transformadas en papelón, pésima organización. Tres directores técnicos. Tres ideas totalmente diferentes. Ningún proyecto.
En el equipo estuvo rodeado por jugadores que fueron cambiando todo el tiempo. Un mediocampo, donde se genera el juego que necesita Leo, repleto de futbolistas sin jerarquía internacional: Mascherano, en el fútbol de China; Enzo Pérez, el jugador 24 de Sampaoli que terminó siendo titular; Maximiliano Meza, una apuesta que explotó en los últimos meses, con menos de dos meses de experiencia en Selección. Y los más destacados terminaron siendo del fútbol local.
