Con la mitad del calendario aún por disputar, suena exagerado decir "denles la copa ya". Más tratándose de un club que está por cumplir 30 años desde su último título de liga y en ese lapso ha visto esfumarse varias oportunidades de romper esa sequía, la última el ciclo pasado.
Y sin embargo, tratándose de este Liverpool, la media temporada que falta para llegar a la conclusión de la Premier League 2019-20 parece no ser más que un mero trámite.
No hay quien detenga el camino de esa maquinaria que Jurgen Klopp ha construido en Anfield.
No se ve nadie en el horizonte. No lo había hecho el Manchester City, presuntamente el máximo rival de los Reds en la lucha por el título del fútbol inglés.
Y no tuvo oportunidad el Leicester City, el sorprendente sublíder de la competición y que aún tiene muy frescos los recuerdos de esa temporada mágica que culminó con la corona de la Premier hace tres años.
Pero esa magia no apareció esta noche en el King Power Stadium. O, más bien, el Liverpool no lo permitió.
Una primera parte que los Reds dominaron con autoridad terminó apenas con 0-1 en el marcador gracias a un tanto de Roberto Firmino. La escasa diferencia daba un resquicio de esperanza a la afición local.
Por algunos minutos en la segunda parte esa esperanza creció junto a los mejores momentos de Leicester, pero todo resultó una mera ilusión.
Un penalti fue el detonante de una estampida roja que en ocho minutos añadió tres goles y sentenció el partido. Y la liga, probablemente.
Si bien 10 puntos de ventaja sobre los Foxes -y 11 sobre el City- no parecen una distancia insalvable, el nivel del fútbol que están mostrando los recientes campeones del mundo y el de sus rivales parece estar en dos competiciones diferentes.
La espera más larga puede dar paso al pasillo más extenso. A este ritmo, primero llegará el título número 19 para el Liverpool que la primavera.