Un campeón que aún juega con hambre: cómo la Selección argentina evitó el bajón post-Mundial

En los últimos años, muchas selecciones han bajado su rendimiento luego de ganar un gran título (a excepción de Francia, campeona en Rusia 2018 y finalista en Qatar 2022.).

Alemania quedó cuarta en su grupo en el Mundial de 2018 luego de haber ganado el del 2014. España quedó afuera en primera ronda de Brasil 2014 luego de haber ganado el Mundial de Sudáfrica 2010. Italia, luego de haber sido campeona en 2006, quedó afuera en fase de grupo dos veces seguidas y no se clasificó a los últimos dos Mundiales.

Si bien es injusto analizar sólo los resultados crudos, esos bajones se vieron también en el rendimiento de los equipos. Argentina, en cambio, está en la final de la Copa América y sigue jugando como si no hubiese ganado nada.

Está claro que, para seguir jugando bien, debe haber un buen equipo. Ganar un Mundial sin ser el mejor puede ser un poco engañoso, pero Argentina se llevó la copa en Qatar siendo por lejos el mejor equipo de todos.

Esa calidad no se pierde de un año para otro y el equipo que brilló en el Mundial es prácticamente el mismo que está en esta Copa América. Por ende, Argentina tiene con qué y no extraña que juegue al nivel que está jugando y siga manteniendo el primer puesto del ránking FIFA.

Esto es crédito para los jugadores y para el cuerpo técnico, ya que hemos visto infinidad de planteles que rebosan de calidad pero que dentro de la cancha dejan mucho que desear.

Todos los equipos juegan para ganar, eso es redundante. Pero a la Argentina se le nota en el juego. La presión alta y el apriete en la mitad del campo son herramientas que, más allá de su utilidad futbolística, dejan a la vista el ímpetu de los jugadores.

El estilo de Argentina no es replicable sin voluntad y el hecho de que la Selección siga jugando de la misma manera y con la misma energía es una muestra clara de que el hambre sigue estando. Caso contrario, el sistema de juego de la Albiceleste delataría mucho la falta de ganas.

Esa mentalidad sigue estando a pesar de haber obtenido el trofeo más preciado de todos, y seguirá estando a la merced del sistema de juego.

La Selección se consagró en Qatar, es cierto, pero para muchos jugadores de esta camada hay otro Mundial a la vuelta de la esquina y cada partido es una oportunidad para demostrarle al entrenador por qué tienen que estar.

Para la Copa del Mundo de 2026, la mayoría de los futbolistas llegarán en plenitud de edad y no se puede dejar pasar la oportunidad de brillar con la celeste y blanca. El honor de Qatar no se los quita nadie, pero tienen que seguir demostrando partido a partido si no quieren quedarse afuera de la próxima cita mundialista y la única forma de hacerlo es dejando todo, desde lo futbolístico y desde la actitud.

Hay una nueva camada de jugadores jóvenes que va tocando la puerta de la Selección y este cuerpo técnico ha demostrado que no le tiembla el pulso si tiene que dejar a jugadores de renombre afuera ante una eventual baja de rendimiento.

Muchos de los integrantes del actual plantel eran fanáticos de Messi antes de ser su compañero de Selección y a ninguno le gustaría que los últimos partidos de Leo con Argentina queden marcados por una mala racha.

La idea, incluso tal vez un poco subconsciente, de que hay que jugar en parte para que Messi tenga sus últimos momentos en la Selección como se merece, parece estar flotando en la cabeza de todos cuando pisan el césped.

No sólo porque haya sido su ídolo o porque esté entre los mejores jugadores de la historia, sino también porque es su capitán y su líder.

La última y la más natural de las razones es la competencia. El fútbol internacional parece estar cada vez más parejo y ante la mínima relajación los equipos de antemano más débiles hacen valer sus oportunidades.

Brasil y Chile están afuera de la Copa América, Alemania y Portugal están fuera de la Eurocopa y, en el último Mundial, Marruecos y Croacia llegaron a semifinales. Y recordemos que Ecuador estuvo a unos centímetros de dejar a Argentina afuera de esta Copa.

Si Argentina quiere seguir siendo la mejor, no puede dormirse. Y ahora, en la final, deberá estar tan despierto como siempre.