Centurion Ponzio Racing River Copa Libertadores octavos de final 09082018@RacingClub

Racing, River y cómo jugar una serie de Copa Libertadores

Si alguien encendió la tele o viajó hasta Avellaneda a la espera de ver algo diferente a lo que sucedió en el Cilindro entre Racing y River, entonces no tiene demasiada idea de qué se trata esto de la Copa Libertadores. El 0-0, que deja la historia completamente abierta de cara la revancha en el Monumental, fue el resultado lógico para un partido en el que los dos jugaron con la cabeza puesta en que la serie dura 180 minutos.

En los primeros 15 minutos de juego pareció que se armaría el duelo que, por estilo de ambos equipos, parecía más probable: dos conjuntos dispuestos a pelear por la tenencia y con velocidad para intentar lastimar de contragolpe. Sin embargo, después de ese primer round de estudio, el juego se empantanó. Y hubo una explicación lógica: los encargados de armar el fútbol en cada uno de los equipos no aparecieron.

Neri Cardozo y Nery Domínguez, la dupla a partir de la cual la Academia construyó el juego que lo convirtió en uno de los conjuntos más temibles del certamen continental, estuvo imprecisa y algo lenta: los casi tres meses sin actividad oficial se notaron mucho en el local a lo largo de todo el partido. Del otro lado, Nacho Fernández y la apuesta de Marcelo Gallardo, Exequiel Palacios, tampoco encontraban la pelota, que pasaba por encima de la línea media, pero volvía siempre rápido.

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Si el duelo estuvo trabado durante toda la etapa inicial, la (correcta) roja a Leonardo Ponzio en la última acción antes del entretiempo terminó de enredarlo. Porque, en el complemento, el Millonario se decidió sin vergüenza a resguardar el empate y lo hizo muy bien, frente a un Racing al que le faltó el cambio de ritmo necesario como para hacer notar el hombre de más. Ricardo Centurión se diluyó con el correr de los minutos, Gustavo Bou pareció estar una marcha más lento que el resto y los cambios del Chacho no aportaron soluciones: el ingreso de Solari no sumó y a Pol Fernández se le notó que lleva menos de una semana de trabajo junto a sus nuevos compañeros. Jonathan Cristaldo, en tanto, mostró ganas y tuvo la chance más clara del partido sobre la hora, con un cabezazo que tapó (cuándo no) Franco Armani.

Mientras que el equipo de Gallardo entendió en el entretiempo que su negocio estaba en llegar a Núñez con el empate en cero, la Academia también vio que no recibir un gol de visitante era importante y, por eso, nunca se decidió a pisar del todo el acelerador. Porque esto es la Copa Libertadores. Y el que no lo comprende, lo puede pagar demasiado caro.

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