Arturo VidalGetty

El detrás de escena del error de Marcelo Díaz: Chile no negocia

A Claudio Bravo no le gustó nada. No se bancó la situación en la que lo expuso su compañero. Agitó los brazos para todos lados, pateó el aire, se enojó. El capitán de la Selección chilena se encontró ante una situación imposible de defender: dos jugadores contra él en el área. Fue un golpe duro para La Roja: el equipo de Pizzi tuvo un arranque espectacular en la final de la Copa Confederaciones ante Alemania, pero un error de Marcelo Díaz le trastornó el plan. 

A los 20 minutos del primer tiempo, Chile no encontró salida ante la presión de Alemania. Medel tocó hacia atrás y Marcelo Díaz, en posición de líbero, decidió no jugar aún más atrás, con Bravo. El volante central giró hacia su derecha y se vio devorado por Timo Werner, que se metió al área con pelota dominada: no quedó más que pasar al medio para que Lars Stindl empujara con el arco vacío.

Más allá de la secuencia, que terminó dejando a Alemania como campeón de la Copa Confederaciones 2017, hay un detrás de escena simbólico y que arrastra un proceso exitoso, desde la Copa América 2015 a la Copa Confederaciones 2017. 

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Chile tiene una forma de jugar y no la negocia ante nada: al equipo de Pizzi no le importan rivales, instancias y torneos. Tiene una forma de jugar y la respeta como sea. Cualquier otro jugador hubiera reventado la pelota ante la presión de dos rivales. No Marcelo Díaz, que pretendió darle salida clara al equipo, asumir los peligros. Ya le había pasado en la final de la Copa América 2016, pero Higuaín falló en el mano a mano ante Bravo. Y le volvió a pasar en Rusia, ahora sin la suerte de que el rival no aprovechara la secuencia.

Marcelo Bielsa fue el primero en transmitir una personalidad agresiva y ganadora. La forma de ser la terminó de imprimir Jorge Sampaoli desde que llegó a La Roja. Un central (Gary Medel) que maneja la pelota como pocos, laterales que reconocen los espacios (Beausejour e Isla) volantes que se acercan a pedir el juego (Vidal y Aránguiz) y extremos que ofrecen opciones (Alexis Sánchez y Vargas).

Esa forma de juego hizo que, por ejemplo, Messi se acostumbrara a correr atrás de la pelota en la final de Santiago, en la Copa América 2015. Esa idiosincracia ayudó a volver a superar al equipo del 10 del Barcelona, en Estados Unidos. Esa idea logró dominar a una Selección como la alemana.

La única diferencia es que, esta vez, Chile perdió. Pero el trasfondo de esa derrota tiene dos cuestiones que muy pocas Selecciones podrán exponer en Rusia 2018. Primero, una idea. Después, una convicción de defenderla pase lo que pase.

La Roja no necesita mirar para los costados.

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