Hay veces en que simple (e inexplicablemente) no alcanza. No importa la lucha, ni la disposición, ni los sueños. Arturo Vidal goza (casi que no) de 399 minutos en LaLiga y Ernesto Valverde le ha pasado un lugar en el banquillo contra el Real Madrid, el Clásico. En el partido más importante del semestre lo ha dejado sin la confianza que necesita para volver a sentirse importante en Barcelona, discutido pero uno de los mejores equipos del planeta.
Si a primera hora ESPN reportó de un malestar del King de Chile por su suplencia, a último momento Txingurri ha confirmado que la medular la compondrán Sergi Roberto, Ivan Rakitic y Frenkie de Jong. Para justificar al holandés no hay que ir más allá: es la figura en quien más confía el entrenador. Al croata lo avalan sus recientes estelaridades. A Sergi, apenas el regreso de Nélson Semedo pues adelantarlo unos metros supone una innovación táctica. Insisto. En el cruce más trascendental. Allí se opta por experimentar.
Incluso salió del once Sergio Busquets, en otra decisión inexplicable pues Valverde, cuando no contó con el ídolo blaugrana, acabó acusando falta de orden y, encima, ha perdido el 66.6% de sus desafíos sin el número cinco.
Vidal aún recuerda con alegría sus buenas intervenciones en ambos clásicos de la temporada pasada. En el primero, incluso, en su historial se anotó el decisivo 5 a 1. Y en 22 minutos, en la segunda rueda se comió el centro del campo en el Bernabéu. Les toca a todos menos a Vidal, que una vez más aspira a sumar un arranque de inspiración saltando como revulsivo desde el lugar donde nunca querría estar.
