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2019_9_21_Zidane(C)Getty Images

Real Madrid: Intensidad, y todo lo demás también

Banner Lorena GonzálezGoal

Canta Calamaro en uno de sus temas lo de “Puedo resumir un poco, porque todo lo que todo se rompe... Te presté un corazón loco que se dobla con el viento y se rompe... y todo lo demás también”. Una canción que bien podría entonar cualquier entrenador que se ponga al frente de este Real Madrid. Zidane lo resume a la 'intensidad'. Faltó en París. Pero todo lo demás también. Tampoco estuvo.

Más allá de romanticismos, del peso del escudo y la camiseta del Real Madrid, que pasea casi invencible por Europa, asoma una realidad que algunos tratan de evadir a base de Champions. Sin embargo, parece que esos títulos han sido fruto de una ruleta rusa con la que ahora se dispara en la boca el club madridista.

Intensidad, repitió una y otra vez el francés después del naufragio en su país. Un concepto que no gusta nada en el vestuario del Real Madrid ni a los analistas futboleros. Un término que resume la falta de recursos y argumentos, un resumen pobre de lo que está viviendo el equipo blanco. Además de que manejar el estado de ánimo y conseguir que sus jugadores salgan a morder en un partido de Champions, también es menester del entrenador.

Claro está que saltaron al campo faltos de ritmo, desconectados, descompensados y blandos. Ya venían avisando, desde la pretemporada, desde hace un año, desde que un equipo con cara y ojos como el Ajax les puso en su sitio europeo. Pero vayamos al análisis más reciente, al del míercoles, como la consecuencia de todos los despropósitos y negligencias que vienen acometiéndose desde hace años en el Real Madrid.

París. Un once que presumiblemente hubiésemos puesto todos, teniendo en cuenta que Modric, Asensio, Isco, Valverde, Ramos no podían estar. Sin embargo, viendo los antecedentes, parecía arriesgado no reforzar el centro del campo y salir con tres mediapuntas. Primer síntoma: sin dominio del juego, sin balón, sin conducción, ningún rechace ni balón dividido a favor, regalos e imprecisiones impropias, con un Casemiro a marchas forzadas tapando las carencias de Kroos y sosteniendo a un equipo que ya a la media hora estaba partido en dos. Una medular incapaz de juntarse con los centrales durante los ataques del PSG, de parar cualquier contra parisina y de asociarse en algún momento con los futbolistas de tres cuartos. fragilidad defensiva que asusta y una preocupante desconexión entre líneas.

La defensa. Con Sergio Ramos sancionado, nadie supo liderar la zaga. Pero fue mucho más que eso. La fragilidad del bloque salía a relucir en cada jugada. En la salida de balón se cometían errores constantes, en corto y en largo, con Varane encargado y no sacando una bien. Siempre con ventaja para la defensa del PSG que recibía el balón de cara y sin presión. El centra francés y Militao se encontraban siempre en desvetaja y con demasiado espacio que cubrir. Entre ellos y Casemiro, todo un mundo. El resto, dejando pensar a Di María para que incluso sin ángulo, se inventara un disparo y adelantara ya a su equipo en el minuto 13. También en el segundo del argentino le dejaron solo en la frontal. Falta de intensidad, sí, pero de mucho más.

El Madrid ha encajado 41 goles en 23 partidos (incluyendo los de pretemporada). He aquí la responsabilidad de todos para exponer en exceso a su portero. Courtois, al que se le pide que haga paradas que salvan partidos cuando le llegan a portería unas ocho veces por partido. Así es difícil que el belga deje su portería a cero, algo que no consigue desde el mes de febrero. En lo que va de liga, en cuatro encuentros, el Real Madrid ha recibido 6 goles. Y lo que es lo mismo: todavía no ga conseguido terminar sin un gol en contra.

Al margen de los goles anulados a Bale y Benzema en París, el Real Madrid no tiró ninguna vez entre los tres palos. James, el descartado, es uno de los futbolistas más ofensivos de este Madrid, se atreve a encarar y disparar, como no hacen otros. El otro descarte, Bale, sigue cumpliendo. Y Benzema ha empezado su temporada en el Madrid, y todavía provocando dudas. A veces parece que no está, pero es de los pocos que mejoró los números y la calidad el año pasado, cuando no faltaba intensidad con Solari, sino jugadores en buen estado de forma. De Jovic no se sabe si todavía ha llegado, su poso en el campo no parece el de un jugador recién fichado por el Real Madrid que intenta ganarse un puesto en el once. De generar jugadas de ataque, con superioridad numérica, asociándose, con una buena transición, ya ni hablamos. De la estrategia o el balón parado, menos aún. Y eso, Zidane, no es intensidad.

Con 3-0 en el marcador, Zidane miraba al banquillo. Casi un solar de soluciones. La de Lucas, como siempre. Y Vinicius, camino del nunca.

Así, se están viendo las vergüenzas en todas las parcelas del Madrid. Portería, defensa, Mediocentro y ataque. Pero no sirve echarse las culpas unos a otros, señalar algunos nombres, cuestionar la salida de Keylor, seguir añorando a Cristiano, echar a entrenadores, pitar a Bale o pedir a Pogba. Los problemas son más profundos y probablemente pasan por el hambre de la plantilla. Estamos viendo que más de la mitad del equipo titular ha ganado todo lo habido y por haber. Algún once recuerda demasiado a los del 2014. No contar con dos jugadores por puesto ha restado capacidad de competir para los que dan por hecho que salen de inicio. Un estado de confort invade a los blancos. Una relajación casi innata que bien podría alterarse con la renovación progresiva de la plantilla, no sólo con el fichaje de grandes figuras contrastadas, sino con esos futbolistas llamados B, o canteranos con ganas de comerse el mundo y que sacan las castañas del fuego cuando el Madrid se quema. Llámense Reguilón, Ceballos o Llorente.

El Real Madrid mostró en la temporada pasada, partido sí y partido también, que no conseguía dominar el juego. Una incapacidad que tiene su origen en el centro del campo y del que se esperaba la gran renovación. Modric llegó del Mundial de Rusia con demasiados partidos en las piernas. A Kroos se le acusaba lo mismo. Ambos suman una media de 40 partidos por temporada. Casemiro no construye. Y encima se deja ir a Ceballos, a Llorente, se sigue esperando a Isco, en Valverde no se confía, y se han quedado con James porque no han logrado darle salida. Obcecado el Real Madrid con Pogba, no ha sabido un año más reforzar su zona más mermada. A pesar de saber de siempre que el Manchester había fijado al francés en 180 millones de euros. Mientras tanto, se prefería gastar 70 millones en Jovic o 130 en Hazard, que llegaba a Madrid como gran estrella y con 6kg de más.

Un verano mareando la perdiz con Neymar, una especie de engañabobos para una afición que sigue echando de menos a Cristiano a pesar de que hace más de un año que sabían que se iba a marchar, o bastante más.

Se esperaba una revolución que no ha llegado. Santi Solari intentó que fuese silenciosa, en principio apoyado por el club pero luego se encontró solo. Hoy podemos ver que el técnico argentino iba muy bien encaminado en sus decisiones, a pesar de ser tan criticado por prescindir de Isco y Marcelo. Pero sigue siendo el entrenador que más victorias en menos partidos ha conseguido en los últimos tiempos.

Hasta hace bien poco, el Real Madrid acudía a Europa a curarse de todos sus males. Ahora es la Champions la que saca los colores al equipo blanco, entre el bochorno y el ridículo, entre el peor de sus presagios hecho realidad. Intensidad, planificación, plantilla, dirección, cuerpo técnico... todo mal. Y todo lo demás también.

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