+18 | Contenido Comercial | Se aplican Términos y Condiciones | Juega Responsablemente | Principios editoriales
Benzema Real Madrid Suarez Atletico Madrid Depay Barcelona Rakitic SevillaGetty Images

"Que vienen los ingleses"

“ ¡Que vienen los ingleses!”. Alerta roja. El auge, voracidad y talonario infinito de los clubes de la Premier genera un doble impacto entre hinchas y equipos españoles. Y sin embargo, existe una relación inversamente proporcional entre la interpretación de los aficionados y la de los clubes. Cuando el río de millones de los clubes de la Premier entra por la puerta de los clubes españoles, los jugadores salen por la ventana. La reacción del aficionado español es tajante: les quitan a sus mejores jugadores como si fueran caramelos, culpan a LaLiga de no frenar la sangría y sienten que les orinan en la cara mientras les cuentan que llueve. En cambio, la reacción de la mayoría de los clubes españoles cuando reciben las ofertas de los ingleses es completamente opuesta: respiran, aliviados, porque gracias al ‘cash’ brutal de los clubes de la Premier, ellos pueden salvar sus cuentas anuales, tapar agujeros, inscribir nuevos jugadores y seguir huyendo hacia adelante. Cuando aparecen los ingleses, los aficionados rezan para que no pase y los clubes también rezan, pero para que pase. Los hinchas se quedan sin sus mejores jugadores y creen que el campeonato pierde valor. Los clubes venden lo mejor que tienen, tapan su mediocre gestión y culpan a LaLiga. Fetén. 

Los clubes españoles se han pasado décadas gastando mucho más de lo que generan. En los noventa quemaron el dinero como si no hubiese mañana. Apoyados en el dinero de la construcción (así salió como salió) y creyendo que el dinero de las TV era infinito, los clubes españoles se lanzaron a la fiebre del oro, creyendo que el resto de clubes comerían los cacahuetes que sus fichajes defecaran. El dinero entraba en caja, salía en una semana y en junio, el club volvía a estar en números rojos. A nadie le importaba un pepino. Pan y circo. Mientras los clubes ingleses eran austeros, apostaban por levantar su competición y vender su liga como una marca global y no solo de dos equipos, en España se gastaba más de lo que se ingresaba y se vendía incluso lo que no existía. El control era cero. Precisamente por eso, los clubes - cabe imaginarse cómo se gestionaban de mal-, pidieron, rogaron y hasta suplicaron a LaLiga que crease un control económico serio y riguroso, incluso exhaustivo, para no endeudarse más y poder intentar sanearse. LaLiga hizo lo que los clubes pidieron y veló por su buen gobierno. Ese fue el freno de mano. Y aunque todavía falta mucho por hacer, LaLiga logró que el reparto de los derechos de TV fuera algo más justo, logrando que la abusiva diferencia del 13 a 1 fuera de 3 a 1. 

El contexto actual no miente: Los clubes españoles, que hace décadas quemaron pasta por un tubo y reventaron el mercado para vivir por encima de sus posibilidades, ahora ven cómo los ingleses son un mal necesario, su último reducto y su mejor cliente para hacer caja. Normal. La Premier tiene dinero para enterrarles, sus clubes son un pozo sin fondo y gastan sin control, sobre todo entre ellos -son listos, las grandes sumas se las pagan entre ellos para no perder valor de marca y retroalimentarse- y tienen una legión de propietarios multimillonarios que afrontan las pérdidas y las ponen de su bolsillo. Algún día, quizá no muy lejano, la burbuja de la Premier reventará. Como pasó con España. Hasta que eso llegue, el presente de los clubes de la Liga pasa por sobrevivir gracias al dinero inglés. Así tapan su mala gestión, así mantienen el sillón, así huyen hacia adelante y así siguen viviendo por encima de sus posibilidades, vendiendo activos para comprar otros. La rueda sigue.

Competir con el oro inglés, a corto plazo, es imposible. Sin embargo, a largo plazo, es viable. ¿Cómo? Apostando por la vía contraria. Primero, contener el gasto y rebajar salarios. Segundo, seguir avanzando en un reparto de derechos equitativo, donde la diferencia entre clubes no dependa no sólo de las audiencias,sino del puesto que ocupen esos clubes. Tercero, instaurar un tope salarial como en la NBA, con salarios y cláusulas públicas. Cuarto, potenciar el valor de marca de LaLiga, donde dos no importen el doble que 18. Eso ayudaría algo a que, algún día, se pudiera conseguir el gran objetivo: que aunque no exista el modelo ideal o la fórmula perfecta, desaparezca el cáncer de las SAD y los clubes vuelvan a ser de sus auténticos y legítimos dueños, los socios. Pero eso, a los que mandan en los clubes, no les gusta. Normal. Se les acabaría el cuento chino.

Rubén Uría

Anuncios

ENJOYED THIS STORY?

Add GOAL.com as a preferred source on Google to see more of our reporting

0