Morata Croacia España Eurocopa 28062021Getty

Moratazo a las críticas y las amenazas

Firma Mario CorteganaGoal

LA GUÍA DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA EN LA EUROCOPA 2020

De quien está escribiendo la Eurocopa de la Selección Española se puede intuir que leyó desde una edad muy temprana a Stephen King, que le va la marcha y que sabe cómo retorcer un guion para que nadie se aburra. Al equipo de Luis Enrique le está pasando de todo menos lo que menos quiere que le pase: que le manden a casa.

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El asunto empezó con una lista polémica por la ausencia de Sergio Ramos, capitán de capitanes. Luego llegó el positivo en coronavirus de Busquets, el heredero del brazalete, y el falso positivo de Diego Llorente, con el que pareció que se pinchaba la burbuja de Las Rozas. No ayudó el empate ante Portugal en el primer amistoso, tampoco los del debut con Suecia y la segunda jornada con Polonia. Ni los dos penaltis desperdiciados. Ni las suplencias de varios teóricos titulares, léase Marcos Llorente o Gerard Moreno.

Entre tanta movida hubo pocas constantes, pero una fue el mal fario de Morata. De los debates entran y salen nombres a la velocidad de la luz, pero el suyo se mantenía. No le apartó de las discusiones ni el 1-0 a los polacos, que le colocaba al borde de la historia española en el torneo.

Quizá era porque la trama tenía que explotar en Dinamarca, lejos ya de una Cartuja cuestionada por el césped y por el volumen de los aficionados. España salió de Copenhague como debe hacerlo quien quiere clasificarse para cuartos, pero se llevó un sopapo por una cantada de su portero, Unai Simón, después salvador.

Se recompuso con el tanto de un gran Sarabia, se creció con el 1-2 y el 1-3, y se vino abajo con la borrachera de cambios, que le dejó la resaca del 3-3 y una prórroga que pintaba a trágica. Lo arregló quien más se lo merecía, un Morata castigado por las patadas rivales y seguramente agobiado por un cabezazo mal ejecutado en la primera mitad. En la prórroga, con una preciosa maniobra con las dos piernas, estalló de felicidad y amargó a Croacia.

No era únicamente el gol que le sacaba el billete a sus compañeros para cuartos, unas alturas en la que la Selección no se movía desde 2012. Era también el gol que le igualaba a Fernando Torres como pichichi español en las Eurocopas, con cinco. Y era, sobre todo, el gol a los críticos no respetuosos y a las amenazas a su familia en las calles y las redes sociales.

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