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Messi Betis Barcelona LaLigaGetty Images

Messi, asistencias de vida


EDITORIAL

Si la derrota en San Mamés fue, en efecto, positiva ha acabado siendo porque así lo quiso Leo Messi, el de siempre. El equipo había ofrecido entonces una imagen más que interesante en cuanto a equilibrio y distribución del balón pero la derrota en el último minuto -y la consecuente eliminación de la Copa del Rey- impidió hacerse con un buen resultado a domicilio, de esos que suben la moral, visto que los barcelonistas se están mostrando más bien frágiles en todos los aspectos lejos del Camp Nou. La visita al Betis, pues, era una oportunidad de oro no solo para resarcirse del chasco de Bilbao sino también para retomar la senda del buen juego e impedir que un mal resultado devolviera al equipo a la casilla de salida.

Pero en el Benito Villamarín el juego nunca llegó a fluir como en San Mamés y no tardaron en aparecer los errores de otras salidas, si bien en esta ocasión el Barcelona logró disimularlos tirando de un inconformismo poco habitual. Es decir, a pesar de que una mano de Clément Lenglet dentro del área provocara que los verdiblancos se adelantaran gracias al penal que cobró Sergio Canales a los seis minutos, el cuadro catalán solo tardó tres en convertir una tuya-mía entre Frenkie De Jong y Leo Messi que culminó con el rosarino sirviendo el empate al holandés, incorporándose desde la segunda línea para batir a Joel Robles.

A pesar del carácter competitivo al Barcelona le costó asentarse en el campo. No llegó a hacerlo en todo el primer tiempo después de que al filo de la media hora Arturo Vidal perdiera un balón que Nabil Fekir, desatado, convirtiera en el 2 a 1 tras dejar retratado a un Samuel Umtiti en un estado de forma peligrosamente bajo. Esta vez costó más encontrar el empate pero quien la sigue, la consigue. Llegó en el momento más doloroso para el rival, además, en pleno tiempo de descuento antes del descanso, cuando Sergio Busquets recogió el centro de Messi e irse al vestuario con renovada igualdad en el electrónico.

Ahí es cuando el Barcelona empezó a soltarse. Messi intentaría, durante el primer cuarto de hora, batir a Joel, que presentó notable resistencia en cada uno de sus remates, el último buscando repetir la misma parábola al primer toque de la temporada pasada. El partido nunca llegó a ser espléndido ni a estar controlado como sucediera tres días antes en Bilbao. Pero esta vez, a diferencia de entonces, fue el Barcelona el que se convirtió en verdugo de un Betis que, de la mano de Fekir -al menos hasta su expulsión-, quizá mereció más y a falta de ocho minutos para el final volvió a aparecer el rosarino para servir la tercera asistencia de la noche para que Lenglet, expulsado minutos después de esta acción y que había empezado provocando un penalti, cerrara el círculo estableciendo el 2 a 3 definitivo. 

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