EDITORIAL
Luis Suárez lleva dieciséis días y tres partidos sin ver puerta. Ante el Olympiakos lo intentó todo. Tiros cruzados, remates de cabeza, vaselinas que dieron en el larguero e incluso hasta probó un remate de chilena. Pero no hubo manera de batir a Silvio Proto y el uruguayo regresa a Barcelona con las manos vacías. Ernesto Valverde asegura que "no estoy preocupado", especialmente si Leo Messi sigue resolviendo los partidos del Barcelona. Sin embargo, el rosarino tampoco apareció como goleador en el Georgios Karaiskakis y, sin tantos ni de uno ni de otro, el equipo regresa a casa sin haber amarrado la clasificación para los octavos de final de la Champions League.
No sufran por ella. El empate entre el Sporting de Portugal y la Juventus favorece al Barcelona, que sigue liderando el Grupo D de forma cómoda. Si acaso, sufran por Suárez. Quizá fuera ese el motivo que provocó la irrupción de un espontáneo en el segundo tiempo, que además contó con el beneplácito de la seguridad del estadio, que como si nada pasara, le permitió llegar hasta el uruguayo y darle un abrazo para luego hacer lo propio con Messi. El rosarino es, de hecho, el único consuelo del 'charrúa' en estos momentos.
Lo demostró cuando Messi se fue al suelo en el primer tiempo tras una entrada a destiempo, lo cual enfureció a Suárez, que se fue a verse las caras -o a lo que hiciera falta porque no solo hubieron caricias en la tangana- con los jugadores del Olympiakos. De algún modo, siente que si no marca su cometido es el de guarecer al 'diez'. Lo hace con el balón en juego y también después de acciones excesivamente duras sobre su amigo y compañero en el frente de ataque barcelonista. Su actitud es envidiable y a la espera de reengancharse con el gol, su aportación se centra más que nunca en ponerse al servicio de Messi. Y eso no es poco.
Porque Suárez no solo es uno de los mejores rematadores del mundo. También es uno de los delanteros más pesados del planeta, un atacante incansable que se pega, en sentido futbolístico, con los defensas que haga falta para conseguir el objetivo, que no es otro que la victoria. En este aspecto, el Barcelona solo ha concedido un empate en estos tres partidos en los que Suárez no ha marcado y, curiosamente, también hubo reparto de puntos tras su último gol, en el Wanda Metropolitano. Así que no desesperen ante la falta de gol de Suárez. Podrían hacerlo si estuviera apático y esta es una palabra que no existe en el diccionario del delantero.
