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Helder Costa Mendes GuedesGetty Images

Mendes es como la banca, siempre gana

Los fenicios crearon una red de colonias y comercio en el antiguo Mediterráneo. Jorge Mendes, el fenicio del fútbol mundial, creó una red de clientes y comercia por toda Europa. Es como la banca, siempre gana. Planea, ingenia, diseña, rebaja, hincha, llama, contacta, presiona, negocia y nunca pierde. Gordon Gekko, el magnate de la famosa película ‘Wall Street’ decía que “el dinero nunca duerme”. Jorge tampoco. Abandonó su video-club, se arremangó, hincó el diente en el Depor de Lendoiro y desde entonces, tejió una tela de araña pluscuamperfecta para introducir su método. Satisfacer las demandas de clubes que gastan más de lo que ingresan. No hay club, grande o chico, que no se entregue a varios ‘agentes de cabecera’. Jorge es el agente. Y si hace falta, la migraña. Coloca, empaqueta y vende.

Erigido como ‘Señor Lobo’ de cada marrón veraniego o invernal, según se tercie, Jorge siempre tiene una solución para cada problema. Su criatura, ‘Supermercados Mendes’, obedece a una ley no escrita que se cumple a rajatabla: si no te gusta lo que has comprado no te devuelven el dinero, pero sí el favor cuando lo necesitas. En su gran bazar, en su compro/vendo/cambio a la carta, Mendes es el tiburón blanco que merodea por un oceano de millones de euros. Fija su presa, pone velocidad de crucero, hinca el diente y cuando muerde, no suelta su presa. Es el gran depredador de la industria.

Sus vastos dominios, cada vez más profundos, con denominación de origen portuguesa, tienen su campo base en LaLiga, su pócima mágica en la Premier y su comodín en Turquía. No hay club que se resista, ni jugador inalcanzable, ni operación imposible, ni dinero que no se pueda pagar, porque dinero llama a dinero. Para sus jugadores es Merlín. Para sus clientes, los clubes, es el ‘Señor Lobo’. Y para el fútbol, sin discusión es, con perdón, ‘el puto amo’. Deportivo, Atlético, Valencia, Barça, Besiktas, Benfica o Wolverhampton. Negociar con Mendes es como una partida de dados. Si el club saca de uno a cinco, gana Jorge. Y si saca seis, vuelve a tirar. Como la banca, siempre gana. Él nunca tiene la culpa. Sí quienes se lo permiten. El orden de los factores no altera el producto. Favor con favor se paga.

Su cadena alimenticia es inagotable. El problema es lo que suele pasar con el club que está al final de esa amplia red de clientes. A ese club en concreto, que en su día tenía dinero, se le surtió de todo tipo de productos. Ahora bien, cuando ese club no tiene un euro, pues ese club se tiene que conformar con sobrevivir a base de comerse las sobras. Así está el Valencia CF. Hay puñaladas que no se curan con tiritas. Peter Lim, el Jesús Gil de la última década, lleva años entregándose a ‘Supermercados Mendes’. Lleva ocho años siendo su cliente del año. Está en sus manos, es el último de la cadena alimenticia del gran depredador de la industria y lo que se va siempre es bastante mejor de lo que viene. Duele. Eso sí, bastante menos de lo que duele comprobar cómo hay quien sigue aplaudiendo lo que pasa en ese club. Ayer fueron Coquelin, Parejo, Kondogbia, Wass o Ferran. Hoy es Gonçalo Guedes. No es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio.

Como Peter Lim siempre tiene  ‘mariachis’ que le canten las mañanitas haga lo que haga y diga lo que diga, Mendes seguirá extendiendo sus poderosos tentáculos persuasivos. El dinero del Valencia es finito. El catálogo de Jorge, inifinito. A gusto del cosumidor: Ahí te va un Samuel Lino, quédate este Ferro, mira a ver ese Correia, te empaqueto ese Mangala, y si protesta el corazón, siempre hay un Gattuso para colar de rondón o un Guedes de quita y pon. No importa la carambola, ni la dificultad de la operación. Él siempre sale ganador.

Y mientras el Valencia sigue vendiendo a los buenos para poder pagar a los malos, en caída libre, Jorge sigue ahí. Inasequible al desaliento. En su compro, vendo, cambio. Porque, ya saben. El dinero nunca duerme. Y si paga el Valencia, aún menos. Lo mejor es que hay quien todavía aplaude. Hay que tener la cara de cemento armado para alabar al cooperador necesario de un engendro que está llevando al Valencia al abismo. La relación entre agente y club es inversamente proporcional. Cuanto más pequeño se hace el Valencia, más grande se hace Mendes. Debería tener ya su propia serie en ‘Netflix’. Como la banca, siempre gana.

Rubén Uría

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