Jupp Heynckes Real MadridGetty Images

Jupp Heynckes, el único ‘madridista’ que no celebró la Séptima


LA INTRAHISTORIA


“De todas las últimas Champions League, seguramente fuera la más importante”. El que habla no es otro que Manolo Sanchís, con sus 710 partidos con el Real Madrid sobre los hombros. Y habla sobre la Séptima. La Champions que rompió con 32 años de sequía merengue en Europa. El título que abrió al club blanco la puerta a una moderna era de éxitos de par en par. “Recuerdo que ese día cuando volvíamos al vestuario había una felicidad extrema. Fueron tantos y tantos años de no ganarla…”, explicaba a Goal el mítico central de manera informal. Aquella noche fue especial para esa plantilla y para todo el madridismo. Bueno, no exactamente para todo. El entrenador que ‘guio’ al Real Madrid a semejante proeza en el Amsterdam Arena fue de los que menos celebró aquel triunfo. Ni pudo ni quiso disimularlo ante los ojos de medio mundo. Lo festejó casi tan poco como Zidane y su Juventus, que fueron los subcampeones. Era Jupp Heynckes. Y ni siquiera la Séptima le evitó la guillotina. 22 años después de aquella temporada, el caso del técnico alemán no ha perdido ni una gota de ironía.

Nunca hubo una mala palabra al Real Madrid por parte del entrenador alemán. No la hubo en las semifinales de esta temporada en la Champions League. Tampoco en aquellas semifinales de 2012, cuando ya se vio las caras ante los blancos (y les eliminó en la tanda de penalties). Ni en todos los 18 años restantes. Heynckes no levantó nunca la voz en 1998 para clamar por su continuidad o sus méritos en la consecución de la Séptima. Y hoy en día, sigue sin hacerlo.

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“Había perdido el control del vestuario. Por un partido no se cambia de opinión”, dijo entonces el presidente Lorenzo Sanz para justificar la paradójica decisión de echar al entrenador que había vuelto a poner al Real Madrid en lo más alto del Viejo Continente. Haciéndolo apenas dos días después de ganar aquella final. Esas palabras resonaron durante algún tiempo con mucha fuerza en los mentideros del club blanco. Aunque es que realmente la decisión estaba ya tomada. Por eso la tristeza, frustración y resignación del alemán le impedían celebrar la Séptima con la euforia que correspondía en una estampa realmente impactante ante los ojos de todo el mundo. "Era una decisión tomada hace tiempo. Si el Madrid no hubiera ganado la Copa de Europa, el equipo habría hecho la peor temporada de hace mucho tiempo", insistía Lorenzo Sanz, en lo que fue la viva imagen del paradigma ganador del club más laureado de Europa: ni una Champions tiene por qué ser suficiente.

Lo cierto es que en el club blanco todos sabían lo que iba a pasar. Cuentan las crónicas de la época que en la comida final de temporada del cuerpo técnico, a Heynckes le obsequiaron ya con una placa conmemorativa de despedida… cuando fue convocada antes de que Lorenzo Sanz citase a los medios de comunicación. El vestuario llegaba de vivir una época de estricto control con Fabio Capello, y el carácter distante y reservado del alemán no casó con los jugadores blancos en aquel momento. El hecho de que desde enero se supiera que el club había optado por apostar por el vestuario dejando ‘morir’ al técnico, no ayudó lo más mínimo tampoco a fortalecer la figura de Heynckes. Al contrario. Todavía hoy en día es común escuchar la teoría de que la autogestión del vestuario fue el germen de la Séptima.

Heynckes, que había sido antes verdugo blanco con el Tenerife y que había descartado al Barcelona antes de aterrizar en el banquillo del Santiago Bernabéu, siempre gozó del respeto del madridismo y de la opinión pública, eso sí. Por su carrera de jugador, su forma de ser, y también por su hacer en los banquillos, pese a que su aventura en Madrid sólo saliese medio bien. Athletic, Benfica, Schalke, Eintracht, Mönchengladbach y Bayer Leverkusen, además del Bayern, lo pudieron disfrutar en sus carnes también. Dos décadas después y una interrumpida retirada de por medio, volvió a cruzarse en el camino del Real Madrid sin ánimos de venganza por ninguna de las partes, sino con una sincera admiración. “Es admirable”, dijo Zidane. Quién se lo iba a decir a Heynckes aquel 28 de mayo del 98, cuando salía con una Orejona en la mano por la puerta de atrás de Concha Espina...

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