Godin Atletico Madrid Athletic Club LaLigaGetty Images

Godín, un relato de épica, camiseta y sudor

Ruben Uria BlogGoal

Uno puede ganar o perder, pero resulta imposible resistirse al embriagador perfume que desprende este Atleti que Simeone creó de la nada y que exuda sudor, camiseta y sentido de pertenencia. Retroceder, quizá. Rendirse, jamás. Diego Godín se vio forzado a jugar ante el Athletic estando lastimado , ante una misteriosa (o no) plaga de lesiones, sabiendo que corría un riesgo de lesión. Williams le apuñaló metafóricamente la espalda, el charrúa se llevó la mano a la pierna y notó que se había roto del todo. Todo cuello, todo dignidad, levantó la vista, cruzó la mirada con Simeone y el Cholo le dio la orden que esperaba. Y como Godín no conjuga el verbo rendirse, se colocó de delantero centro, porfió cada balón aéreo con los centrales y esperó un guiño del destino, en forma de gol del cojo. Y el Atleti, atascado pero a empujones, e ncontró su pequeño milagro. Balón a la olla, Antoine gana una pelota muerta de espuela, y Godín, con el alma porque con la pierna no podía, impactó un cabezazo que logró lo que parecía imposible. 

GODÍN, LESIONADO 30' ANTES DE CONVERTIRSE EN HÉROE

El Metropolitano, que a base de descargas de adrenalina y corazón está empezando a recobrar el alma inmortal del Calderón, VAR mediante, gritó el gol con el puño al viento, hasta que sus tripas se estremecieron y el caldero hirviendo del sur de Madrid coreó un grito de guerra unánime: “uruguayo” . Godín, heredero natural del liderazgo de Gabi, un tipo que respeta los viejos códigos y los secretos sagrados del vestuario , volvió a demostrar que, para algunos hombres, que el honor nunca es sólo una pegatina en el hombro. Épico, el Atleti se negó a caer. Colosal, Godín, se negó a abandonar el campo. Su recompensa, porque con Simeone el trabajo siempre paga, llegó en forma de gol. Exhausto y roto, seguramente lesionado para varias semanas después de su esfuerzo titánico, disfrutó como un niño de una victoria que fue, como dicen los argentinos, puro huevo. Y Juan Carlos Arteche, gladiador eterno, que en paz descanse, allá donde esté, esbozó una sonrisa.

Hace años que los hinchas del Atleti tienen motivos para sentirse orgullosos de sus jugadores. Ganen o pierdan, entregan siempre todo lo que tienen. Y allá donde no llega su fútbol, llega su corazón. Así es el Atleti que ha construido Simeone, un equipo programado para cualquier guerra, con una garra descomunal y una fe inquebrantable. Un equipo lleno de sentimientos hechos palabras que comienzan por C . Coraje, compromiso, carácter. Cojones. Diego Godín, con dos pelotas y un balón , logró que los atléticos alcanzasen el Nirvana. Muchos hinchas valoran a sus equipos por los títulos, pero no hay hincha atlético que se precie de serlo que no tenga claro que nunca, jamás, así pasen cien años, volverá a existir un grupo de jugadores como el que lleva varios años honrando el vestuario y la camiseta del Atleti. Eso no tiene pecio, no se paga con dinero, no se adquiere con billetes. Es sudor, camiseta y pertenencia. Godín marcó el gol del cojo, pero fue lo de menos. 

Ningún aficionado del Atleti podrá olvidar este partido y pasen los años que pasen, de generación en generación, se contará, de padres a hijos y de abuelos a nietos, que una noche, ellos estuvieron ahí, cuando Godín marcó un gol épico que recorrió Madrid, de extremo a extremo, mientras miles de gargantas aludían a todas esas palabras que definen al Atleti y empiezan por C. Coraje, corazón, cojones. Cholismo. No hay título más preciado que el compromiso. Y no hay atlético que no se sienta, por fin, orgulloso de un grupo de jugadores y un entrenador que honran y prestigian esa camiseta. Lo de Godín no fue sólo un gol. Fue un resumen de ocho años de cholismo. Puro huevo, camiseta y sudor.

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