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France World Cup 2018 championsGetty

Francia salió campeón mundial de la identidad

Iban 5 minutos del primer tiempo cuando Paul Pogba miró a Olivier Giroud y le hizo señas típicas para que baje a recibir más atrás. El centrodelantero del Arsenal le devolvió un pulgar arriba. Giroud nunca es 9 fijo. Retrocede unos metros y pivotea, juega con el resto. Por eso, cuando el mediocampista del Manchester United entendió que su compañero no estaba haciendo lo de siempre, le reclamó.

Francia , un justo campeón -aunque no brillante- del Mundial Rusia 2018 , es así. Nunca se sale del libreto, improvisa muy poco y siempre se pliega a un plan. A diferencia de una gran cantidad de Selecciones en el torneo, no cambia nunca. En la final ante Croacia, sacó a relucir sus esquemas sin una coma corrida, aún cuando las cosas no le salieron del todo bien, especialmente en el primer tiempo. 

El conjunto de Deschamps jamás jugaría con un ataque posicional. Es largo. Por momentos, la distancia entre los centrales Varane y Umtiti de los delanteros (Giroud, Mbappe y Griezmann) es de casi 70 metros. Y así le sienta bien. Porque aprovecha la velocidad fuera de lo común de Mbappe, que tiene dos ritmos más que el resto. Y se guía en el instinto de Griezmann para coordinar los ataques.

Nunca ataca con demasiada gente. Si va Pavard por la derecha, se queda Lucas Hernández. Y viceversa. A niguno de los centrales se le ocurriría transportar demasiado. Justo adelante tienen una línea de tres mediocampistas mixtos que hacen un poco de todo: Kanté, que en la final no jugó bien, Matuidi, que equilibra todo lo que pasa en el sector medio, y Pogba, el jugador más creativo de un campeón digno pero para nada inolvidable.  

En un Mundial repleto de equipos sin forma, Francia se reconoció como muy pocos lo pueden hacer. Y no se intimidó ante nada. Esperó a la Selección argentina en octavos de final como si tuviera menos equipo y no pudiera hacer mucho más. Pero nada de eso. Con espacios, lo noqueó. Parecido ocurrió contra Uruguay, en los cuartos de final, y Bélgica. En la final, ni hablar. La sensación es que si el equipo de Deschamps va ganando ya es casi imposible alcanzarlo. Porque los contraataques con espacios son imposibles de detener. Tiene la medida justa de lanzadores, corredores y definidores.

Francia salió campeón mundial de la identidad. Se reconoció como equipo antes que nada. Y luego pasó por arriba a todos. 

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