Brasil es un equipo largo. Los tres delanteros (Rapinha, Richarlison y Vini) estiran la línea lo máximo posible y se pegan a la línea de defensores rivales. Pero la línea de 4 de Tite no se desespera por ir hacia adelante, queda más bien cerca de Alisson. Casemiro y Paquetá juegan uno al lado del otro en modo contención. Entre esos seis jugadores y los tres de arriba hay una distancia y espacio gigante. Toda esa franja parece libre para un jugador: Neymar.
Neymar se mueve libre, pero tiene como objetivo recibir a espaldas de los mediocampistas rivales para girar rápido y desequilibrar. Ante Serbia, no lo consiguió en muchas oportunidades, pero la intención fue clarísima. Al 10 del PSG le ceden toda la franja desde la mitad de la cancha hasta tres cuartos para que reciba, genere peligro y haga lo suyo.
En defensa, la Verdeamarela también juega a favor de Ney. Los dos delanteros de afuera se repliegan a la línea de mediocampistas para formar una línea de cuatro, mientras que Ney queda a cargo de la presión a los centrales rivales junto a Richarlison. 4-4-2 clarísimo. De esa manera, el desgaste del símbolo de este equipo es menor. No necesita desgastarse de más.
Eso sí: su equipo lo necesita muy bien para ser opción de pase en todo momento, para acelerar en las desmarcas y para darle juego a sus delanteros.
¿Funcionó el plan en el primer partido de Brasil en el Mundial Qatar 2022? A medias. Por momentos tuvo algunos chispazos. De hecho, el primer gol llega a partir de una muy buena jugada. Pero no terminó de conectarse del todo y no siempre recibió en posiciones favorables.
Tuvo 81 intervenciones, solo superado por Sandro y Danilo, que tuvieron más minutos en cancha. Fue el jugador que más pases dio en el último tercio.
Es verdad que una vez que se destrabó el partido el trámite cambió mucho y Brasil mostró todo su potencial. Tiene varios jugadores que vuelan.
El 10, que salió con una molestia sobre el final y se lo vio algo preocupado en el banco de suplentes, es el alma de este equipo. Desde su iniciativa, se prepara para querer ser el mejor. Desde la disposición de su equipo, la alfombra está puesta para que él sea el rey. Brasil está en los pies de Neymar. Y no parece un mal plan.