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Lionel Messi Barcelona Valencia Copa del Rey 25052019Getty

El Valencia entierra al Barcelona de Valverde


EDITORIAL

Se desmontó como un castillo de naipes el Barcelona tras un inicio interesante que permitió pensar en, al fin, una reacción del cuadro azulgrana tras el hundimiento de Anfield pero apenas dieciocho días después el equipo de Ernesto Valverde certificó su defunción tras un partido en el que se dejó pintar la cara por el Valencia. Los jugadores barcelonistas apenas se hicieron con una posesión ineficaz, pues el único plan del cuadro azulgrana pasó por darle el balón a Leo Messi para que resolviera sin importar que otros jugadores tuvieran mejores opciones. El rosarino estuvo voluntarioso, como en Anfield, pero como entonces no pudo ganar la batalla él solo. Especialmente porque el Barcelona no solo juega contra el rival en estos partidos decisivos. También contra sus propios fantasmas.

El fallo de Clément Lenglet a los cinco minutos, regalándole a Rodrigo Moreno un balón que acabaría obligando a Gerard Piqué a sacarlo desde la misma línea de gol no presagiaba nada bueno a pesar de que entonces el Barcelona se mostraba todavía incisivo. Messi intentó un remate cruzado que se fue a córner pero el Valencia, que hasta entonces se había dedicado a correr detrás del balón, hizo suficiente con poner un centro desde la izquierda para que Kevin Gameiro, que gozó todo el tiempo del mundo para controlar, fintar a Jordi Alba y acomodarse el esférico, batiera a Jasper Cillessen y rajara la fragilísima moral azulgrana a los veintidós minutos. Apenas once después Carlos Soler serviría desde la izquiera para que Rodrigo, con un remate picado con la cabeza, volviera a sorprender a Cillessen, pusiera el 0 a 2 y destrozara la moral del equipo catalán, incapaz de aplicar plan alguno en el Benito Villamarín.

Valverde movió piezas en el descanso, dando entrada a Malcom Silva y Arturo Vidal y el equipo recuperó el carácter y la intensidad. Las ocasiones fueron sucediéndose a partir de entonces pero ninguna clara. El Valencia, cada vez más nervioso ante un Barcelona que sí logró recuperar el amor propio en el segundo tiempo, mantuvo el plan del primero. Es decir, aguantó atrás para aprovechar los fallos que el Barcelona no dejó de cometer ni siquiera cuando se bolcó al ataque en el tramo final del partido. Piqué pudo marcar tras conectar un centro de Malcom pero su remate se marchó fuera por poco. Todo corazón, el Barcelona logró mejorar la imagen del primer tiempo y por lo menos puede decir que, a diferencia de Anfield, esta vez sí compareció en el campo.

Y en estas que resucitó el cuadro azulgrana. Lo hizo después de que Malcom sirviera un córner y Lenglet enviara el balón al poste para que, en el rebote, Messi empujara el balón hasta el fondo de la red y devolviera la vida a la afición, que explotó y llevó en volandas al equipo en la fase final del tiempo reglamentario. Porque a pesar de no haber encajado dos goles en una final copera desde 1952 el equipo aprovechó tan adversa situación en la que se había metido para recuperar el ánimo y el crédito perdido. No pudo lograr su segundo doblete consecutivo ni la quinta Copa consecutiva pero aun habiendo perdido lo hizo con la cabeza alta y la Liga en el bolsillo.

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