Hay momentos en los que Chicharito Hernández va a un ritmo menor que el de su propio equipo. Porque cuando le llega la pelota y está de espaldas al arco, Chucky Lozano le pasa por la izquierda como un avión. Layún también tiene un vértigo difícil de aguantar. Vela tiene la capacidad de resolver con más facilidad situaciones incómodas que requieren precisión y mucha técnica. Y los dos mediocampistas centrales (Herrera y Guardado) nunca se quedan lejos de la jugada. Al delantero del West Ham, de 30 años, le cuesta entrar en algunas de esas secuencias. De todas maneras, en el batacazo de la Selección Mexicana contra Alemania, por el Grupo F del Mundial Rusia 2018, demostró que tiene cosas para aportar. Cosas que otros jugadores de la plantilla de Osorio no tienen.
Chicharito juega al ritmo de su oficio. Es lento, tiene movimientos bruscos y le cuesta mucho jugar de espaldas al arco. Pero sabe jugar. Reconoce sus limitaciones (hoy, con menos físico, aún más notorias que hace unos años). Como no cuenta con velocidad, espera los tiempos justos para la descarga. Como le falta un físico para luchar entre centrales como Boateng o Hummels, va en busca de los rebotes, como si fuera un roedor que va tomando migajas de los restos. Como ya no tiene tanto gol, está dispuesto a ceder protagonismo.
Todas esas virtudes quedan expuestas en el gol del Chucky Lozano. Recibió en el círculo central y tocó de primera para Guardado. Hummels quedó en el piso. Después, se fue volcando cada vez más hacia la derecha con la idea de extender la línea de marca de Boateng. Cuando el defensor se le acercó mucho, descargó para el Chucky, que hizo el resto.
Pero el oficio de Chicharito no queda registrado solo en el gol. La faceta de jugar en fuera de juego es otra que la maneja a la perfección. Por momentos da la sensación de que parece distraído, pero nada de eso. Juega a entrar y salir todo el tiempo, cuestión que le termina dando réditos. Confunde a los defensores, que no terminan de captar si es mejor retroceder para tomarlo o mantenerse en ese lugar, y encuentra algunos centímetros de ventaja por la distracción que ejerce.
Quizás sea un detalle. O la cuestión más importante de todas: Hay jugadores que solo su figura representa algo especial para el resto. Sin él, las cosas serían diferentes. Se nota lo que los compañeros confían en él. Y se nota que él no tiene miedo de hacerse cargo de su rol en el plantel de Osorio.
Chicharito juega al ritmo del oficio. Y eso -por ahora- le alcanza para justificar su lugar en el primero del Grupo F del Mundial.
