OPINIÓN
Zidane ha renovado su contrato con el Real Madrid. Así lo destapó él mismo este sábado en rueda de prensa. Su continuidad no estaba ni mucho menos a debate, no rondaba incertidumbre ninguna, pero desde el club en lugar de sacar los autobuses descapotados a las calles -como hubiera merecido la ocasión-, han preferido que pasara de puntillas, sin oficializar nada, sin festejar nada. Incomprensible. Y es que con total seguridad el técnico galo es la piedra angular de este proyecto merengue. La plantilla es difícilmente mejorable, con muchas buenas decisiones tomadas desde hace algunos años. Y hay jugadores punteros que son claves en el equipo. Incluso insustituibles en el mundo del fútbol. Pero el capitán del barco es Zidane, el encargado y máximo responsable de hacer que todo eso maride a la perfección como se está haciendo.
EL REAL MADRID DE ZIDANE, AL RITMO DEL MEJOR BARCELONA DE GUARDIOLA
En un verano donde el mercado de fichajes alcanza cotas de inflación inimaginables, cabe destacar la importancia que tienen los técnicos, pese a que se hayan cotizado poco este periodo estival. No sólo a la hora de componer alineaciones, dibujar esquemas de juego, o trazar modelos de entrenamiento. Eso es reducir el trabajo del entrenador a lo absurdo. Es mucho más. Y es que el técnico es el superior de un grupo de veinticinco chicos habitualmente con un punto de maduración algo difuso por su difícil relación con el éxito, la riqueza y el ego en un mundillo voraz donde están aislados desde pequeños, rodeados de compañeros que a la vez son ‘rivales’. Sujetos a la volatilidad y la efervescencia de lo que sucede en partidos disputados cada tres días ante los ojos de medio mundo, con el punto de tensión, incertidumbre y aleatoriedad que eso implica dentro de un círculo cerrado y sobradamente hormonado. Y el técnico no sólo debe sujetar y contener esa acumulación de testosterona, sino liderar ese grupo en el sentido más amplio de la expresión. Y hacerlo cada día, con cada decisión, en todos los entrenamientos, ejercicios, convocatorias y conversaciones, siempre escrutado no sólo por los directivos, opinión pública y miles (o millones) de aficionados, sino sobre todo, por sus jugadores. Si alguien cree que sabe la fórmula maestra para hacerlo bien y exportarla a cada técnico, jugador, plantilla y equipo del mundo, que me escriba para ir prestos a patentarlo y fabricarlo en cadena, porque tendría un valor incalculable.
(C)Getty ImagesUNITED, CITY, REAL MADRID, BARCELONA Y LAS DIEZ PLANTILLAS MÁS CARAS DEL MUNDO
De ahí que la continuidad de Zidane sea una inmejorable noticia para el madridismo. Pues su trabajo en el vestuario y en el banquillo es impecable en este año y medio. No sólo gana títulos, sino que es respetado y admirado por todos. Los triunfos pueden darte el respeto, aunque sea de forma transitoria, pero sin respeto nunca llegarán los triunfos. Zidane goza de ambas cualidades. En el Real Madrid lo deben tener claro ya, pues basta con recurrir al recuerdo de Manuel Pellegrini, al último año de Mourinho o la media temporada con Rafa Benítez (con estos mismos jugadores) para asimilar este concepto básico del fútbol.
Y aunque el Real Madrid tradicionalmente no sea así, Zidane sí es técnico para quince años en el Santiago Bernabéu. Para los años que quiera, en realidad. Pues tiene todo lo necesario para ese papel tan específico, y ha sabido hacerlo valer en el poco tiempo que lleva. Son seis títulos de ocho posibles, convirtiéndose ya en el cuarto técnico más laureado de toda la historia del club blanco. Al ritmo que impuso el mejor Barcelona de Guardiola. Sin embargo, hay que ir más allá, pues es imposible mantener ese ritmo de por vida. Llegarán las vacas flacas también, obviamente. Pues nadie en el deporte pudo ganar por siempre. En esos tiempos cabrá recordar también lo que significa Zidane para el Real Madrid. Y lo que sucedió después de que se despidiera a Carlo Ancelotti al mínimo tropiezo. El récord que debe batir Zidane no es el de Guardiola o el de Carletto por tanto, sino el de Miguel Muñoz, el entrenador más longevo de la historia del club (quince temporadas), para arrebatarle así también el honor de ser el más laureado (catorce títulos).


