Se ha metido el Real Betis en plena pelea europea después de la sólida victoria que obtuvo en La Cerámica ante el Villarreal. No solo consigue doblegar a un rival directo, el primero al que vence de la zona alta, sino que somete a una seria reflexión sobre las posibilidades verdiblancas a entidades que pelean por lo mismo. Porque ya no es solo una cuestión de fondo, también lo es de forma. El fondo dicta que ahora mismo el conjunto de Pellegrini puede ser el que mayor fuerza tenga con el impulso que le dan los resultados desde el inicio de año (cuatro victorias, dos empates y dos derrotas).
Las formas hablan de un equipo bien posicionado y estructurado, sometiendo al rival, capaz de llevar el tiempo del partido, con jugadores con energías renovadas, con sus estrellas centelleando de la mejor manera y, sobre todo, con un corte en seco de la sangría goleadora que arrastraba.
Es lo más significativo y quizás la clave del éxito del nuevo Betis de Manuel Pellegrini. Y es que desde el empate registrado en el duelo ante el Sevilla, punto de inflexión de esta metamorfosis, el cuadro de Heliópolis ha conseguido disminuir la cantidad de goles en contra. Solo ha recibido ocho tantos en los últimos siete encuentros desde que se midió al eterno rival. Una estadística que difiere bastante del Betis que terminó el 2020. Si medimos desde el choque ante el Levante hacia atrás, siete partidos incluido el conjunto valenciano, tenemos la friolera de 13 goles en contra. Y justo porque esta medición se detiene en el encuentro ante el Athletic Club y no incluye los cinco goles que recibió contra el Barcelona. El promedio encajador de las primeras 16 jornadas se elevaba a los 1,87 goles por partido. Ahora se fija ahora en 1,14 tantos recibidos.
Pero no solo el aspecto defensivo ha mejorado. La faceta goleadora del equipo también se ha disparado con el bienestar colectivo. Desde dicho partido, suma 12 goles a favor. Una suma notable si la comparamos con los tan solo siete tantos con la misma métrica de siete partidos atrás. Ahora mantiene un promedio anotador de 1,71 goles por partido, superando los 1,18 que venía promediando hasta la jornada 16, la del derbi.
Si nos regimos a las estadísticas, el diagnóstico parece más que claro. El Betis ahora domina las áreas, reyerta interna que ha logrado resolver. Podía tener mayor posesión que el rival e incluso jugar mejor, encuentros enteros o por tramos, pero en coyunturas cruciales no era ese equipo acertado para ganar puntos y poder a aspirar a meterse entre la Europa League, un objetivo que a base de buenos resultados ha dejado de ser una quimera.
