OPINIÓN
En el Santiago Bernabéu se ha activado definitivamente el botón rojo para las emergencias. Hasta el Clásico, todo se podía sobrellevar medianamente: la distancia en Liga, la derrota en Wembley, la falta de fútbol… Pero el clamoroso traspiés en el Clásico, unido al pobre inicio de año (ante Celta, Numancia y Villarreal) han terminado de asentar la sensación de crisis y ansiedad en todos los estratos del Real Madrid. Desde el más alto hasta el más básico.
El peor Real Madrid ofensivo de la década
Se palpa en cada comunicación, en cada comparecencia, en cada entrenamiento… El Real Madrid es un animal competitivo que se ha alimentado históricamente de victorias, un campeón por naturaleza, y ahora que no tiene qué llevarse a la boca y que no sabe además el porqué, camina famélico, aturdido y ansioso por cebar su plato. Por eso es que el partido de este jueves en Leganés es el más importante del año para los blancos. “No es una final, pero en realidad todos los partidos son importantes para nosotros ya”, decía Zidane con la voz entrecortada en rueda de prensa este miércoles, relativizando la trascendencia del partido para así naturalizar de paso la profundidad del bache actual. Se puede decir sin ambages: es el más importante del año, aunque nadie lo hubiese firmado así en agosto. Para una correcta rehabilitación es necesario, antes de nada, reconocer la enfermedad. No pasa nada por decirlo.
El Real Madrid necesita de las técnicas de los Cazafantasmas, y es urgente que los Peter Venkman y Ray Stantz comparezcan cuanto antes para revertir esta situación paranormal. Nadie imagina las consecuencias si aparece el monstruo de Leganés. Por ello, no hay otra forma de tomarse el choque de Copa del Rey de este jueves que con las pistolas de ectoplasmas a máxima potencia para tratar de empezar a acabar así con los fantasmas que sobrevuelan el club blanco en estas últimas semanas.
Zidane: "No imagino un Real Madrid sin Cristiano Ronaldo"
Ya sin La Liga en el horizonte, la Copa del Rey pasa a ser prioritaria. Y más allá de eso, es fundamental recuperar el tono futbolístico y competitivo a base de una buena serie de victorias. Por eso, cada triunfo cuenta. Empezando por Leganés, sin dejarlo más tiempo. Con el Equipo A, el B o un equipo mixto. Jugando feo si no se puede jugar bonito. Pero compitiendo, marcando y ganando, la Santísima Trinidad del fútbol, que ha abandonado a los blancos. No queda otra. Cada encuentro debe ser tomado como una final, con todas las letras.