Fue el gol de su vida. "Nunca más marcaré un gol como ese" ha comentado Alessandro Florenzi en ocasiones. El Barcelona ganaba en el Olímpico gracias a un gol de Luis Suárez pero el centrocampista romano, que intentaba librarse de la presión del cuadro azulgrana, entonces campeón de Europa, se sacó un zapatazo que pilló completamente desprevenido a Marc-André Ter Stegen, cumpliendo entonces su segunda temporada como portero barcelonista, y evitó la derrota del cuadro 'giallorosso' en la última visita que el Barcelona hizo al equipo capitalino. Si hoy Ter Stegen es uno de los mejores porteros del planeta también es gracias a esa acción.
"Aquel gol me hizo un poco más fuerte después de lo que se dijo de mí" confesó el teutón antes de volver a medirse a la Roma en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League. Algunos medios le reprocharon a Ter Stegen que seguía cometiendo errores elementales, obviando que "aquello fue un golazo inesperado" y ante acciones de esta clase uno no puede hacer más que resignarse, aplaudir y seguir trabajando para que no vuelvan a repetirse. Ter Stegen lo hizo todo sin aplaudir y dos años y medio más tarde asegura que "no he cambiado en nada mi forma de jugar" desde el gol de Florenzi.
Es decir, sigue siendo un portero revolucionario, que permite a sus compañeros apoyarse en él cuando lo necesitan. "Podemos hablar de ese gol pero, en cambio, hay cincuenta jugadas en las que los defensas y centrocampistas saben que pueden apoyarse en mí" recordó con absoluta tranquilidad el indiscutible titular en el marco barcelonista desde que Claudio Bravo hiciera las maletas en dirección a Manchester.
"Aquel gol no cambió nada para mí y lo asumo como parte del fútbol, un deporte en el que suelen pasar cosas inesperadas". Pero no a Ter Stegen, cuyos pecados de juventud, tanto los que protagonizó en sus inicios en el Borussia Mönchengladbach que le vio nacer como futbolista, y los de sus primeros meses en el Barcelona, son historia. Hoy, lo único que le obsesiona es mantener la portería a cero, algo que "no tiene secreto". Si acaso, "el buen trabajo defensivo nos permite encajar poco y ganar partidos complicados incluso si marcamos pocos goles". Porque todos los jugadores del Barcelona presionan y se ayudan. Y, si fallan, la mayoría de las veces lo arregla Ter Stegen.