Cuando salió la última bolilla en Luque y se terminaron de concretar los rivales para la Copa Libertadores, la sensación en Ezeiza fue de cautela. A pesar de tener un grupo accesible y de que el único contricante de peso será el que salga del duelo entre San Lorenzo y Santos, en Boca saben que no pueden poner el foco afuera cuando las cosas adentro no están encaminadas. Y esa primera percepción se ratificó 48 horas más tarde, luego de la floja imagen ante Unión.
Estaba claro que era un desafío para el Xeneize el viaje a Santa Fe. El Tatengue venía demostrando ser un hueso duro de roer, más todavía, para un equipo que no tiene las ideas definidas. Y la derrota, como aquella ante Talleres en La Bombonera hace algunas semanas, se transforma en un cachetazo de realidad, especialmente porque se agota el tiempo: este encuentro fue el último antes de empezar a jugar una vez cada tres días.
A partir de la fecha que viene, cuando el próximo sábado choque con Atlético Tucumán, el conjunto de Miguel Ángel Russo comenzará a desandar su camino en la Libertadores. El martes siguiente, el 20, deberá viajar ni más ni menos que a la altura de La Paz para enfrentar con The Strongest. A partir de allí, tendrá siempre un compromiso entre semana hasta que se termine la fase de grupos de la Copa de la Liga Profesional, el 8 de mayo. Y el margen en la Zona B es nulo: tras la caída en el 15 De Abril, los de La Ribera quedaron cuartos con 13 unidades, en la misma línea que Independiente y Talleres, y solo uno por detrás de Defensa y Justicia.
Pero más allá del ajustado calendario y de la posición que ocupa transitoriamente en el campeonato, la incertudmbre reina en La Boca porque sigue sin encontrar una línea que le permita empezar a potenciarse: cuando se repliega para salir de contragolpe, a los extremos les falta profundidad y equivocan en la toma de decisiones finales; cuando le ceden la posesión, no tiene volumen de juego -a pesar del regreso de Edwin Cardona-. Pero como si fuera poco, debe lidiar con una ausencia clave: con la salida de Wanchope Ábila, se quedó sin centrodelanteros, lo que deja en evidencia que no tiene peso ofensivo.
Así las cosas, la pregunta que queda en el aire es si esto, que es lo que hay, le alcanzará para clasificarse a octavos de final en la Libertadores -y a la siguiente fase en el plano local-. Con varios juveniles que prometen, pero que todavía no se asentaron, y con otros futbolistas de experiencia, pero que no logran completar los 90 minutos por diferentes motivos, está claro que el Consejo de Fútbol apuesta por el mercado de pases de invierno para potenciar al plantel. Pero, primero, hay que llegar a julio. Y, con más dudas que certezas desde lo colectivo, esa posibilidad parece estar más lejos que cerca.
