La leyenda del Feyenoord, Pierre van Hooijdonk, lo resumió a la perfección. Su antiguo equipo llegó al San Siro "en malas condiciones, con muchas bajas por lesión y ya perdiendo 1-0 antes de que se cumpliera el primer minuto... ¡Y entonces, de repente, aparece ese idiota!"
El "idiota" en cuestión fue el lateral izquierdo del AC Milan, Theo Hernández, cuya absurda segunda tarjeta amarilla por simulación cambió por completo la dinámica del partido de vuelta del play-off de la Liga de Campeones del martes.
Hasta ese momento, el Feyenoord no había logrado asentarse en el partido. Seguían igualados en el global gracias a su victoria en la ida en Róterdam, pero un segundo gol del Milan parecía inevitable. Los locales dominaban la posesión y el Feyenoord no generaba peligro alguno, lo cual era comprensible, considerando que habían vendido a su delantero estrella, Santiago Giménez, precisamente al Milan en el mercado de enero. Verlo abrir el marcador en el Giuseppe Meazza parecía un golpe del que nunca se recuperarían.
Sin embargo, la expulsión de Theo lo cambió todo. Un potente cabezazo de Julián Carranza en el minuto 73 envió al Feyenoord a los octavos de final y dejó al Milan sumido en el caos.
Los Rossoneri habían destituido a Paulo Fonseca y se reforzaron considerablemente en invierno para intentar enderezar su temporada, pero el martes no hicieron más que hundirse aún más en la crisis, dejando en el aire el futuro de varias de sus figuras, del técnico Sergio Conceição y, por supuesto, del "jefe", Zlatan Ibrahimović...









