Mientras se confirmaba el fichaje, los Biris, el grupo ultra más ferviente del Sevilla, lanzaban un encendido comunicado sobre el regreso de Ramos: "Queremos expresar nuestro rechazo a quienes propusieron este traspaso. No nos mueve el odio ni el rencor, sino el amor y orgullo por nuestro club, su historia y su afición".
"Creemos que la mera propuesta de este fichaje ya era una falta de respeto a los valores que nos han hecho grandes, a los símbolos y leyendas que han defendido nuestro escudo, y a los miles de sevillistas que han sufrido el desprecio de este jugador en el pasado", añadían.
Ramos y los Biris tienen una historia amarga. En enero de 2017, Sergio marcó de penalti a lo Panenka para el Real Madrid frente a ellos. Los ultras lo habían incitado con cánticos de 'Sergio Ramos, hijo de puta' durante todo el partido, y cuando el penalti golpeó el fondo de la red, el defensa les miró fijamente, mientras se esmeraba por indicar que su problema no era con el resto de aficionados del Sevilla.
Ramos no permitió que el incidente arruinara su regreso soñado a Andalucía, explicando sus razones para regresar en una emotiva primera conferencia de prensa. "Siempre me he movido por las emociones y las sensaciones. Cuando me dieron la oportunidad de elegir un proyecto es porque creo mucho en él. Es la primera vez que aparezco desde que salí de París, donde tuve la oportunidad de continuar pero pensé que el ciclo había terminado", reveló.
"No era una cuestión de dinero ni de contrato, sino una cuestión de filosofía, de mentalidad, de sentimiento. En el Sevilla nos unimos en estos valores. Tuve la oportunidad de volver a casa, hacerlo como líder con la esperanza de levantar un título. Me levanto todos los días con este objetivo, creo que podemos lograrlo. Sabemos que es muy difícil, pero lo primero que debemos hacer es creer en ello".