¿Se llevan mal Luis Enrique y Xavi Hernández? Historias, declaraciones y cruces públicos de una relación que está en boca de todos

El de Gijón y el de Terrassa no son dos desconocidos. Todo lo contrario: su relación tiene más de 25 años de antigüedad.

Los inicios se remontan al verano de 1998, cuando Louis Van Gaal promovió al primer equipo del Barcelona a un prometedor chaval del filial que respondía al nombre de Xavi Hernández. El centrocampista se incorporaba a una plantilla que venía de ganar el doblete de Liga y Copa en la campaña 1997-98 con Luis Enrique como una de sus estrellas principales, en la que era su segunda temporada de blaugrana tras su sonada llegada desde el Real Madrid en el verano de 1996.

Como futbolistas, fueron compañeros durante seis años, en los que ambos fueron titulares habituales en el equipo hasta que el asturiano colgó las botas en el verano de 2004, perseguido por las lesiones. Volverían a encontrarse exactamente una década más tarde, cuando Lucho regresó a la disciplina blaugrana, esta vez como entrenador.

Cuando Luis Enrique llegó al banquillo del FC Barcelona, Xavi estaba de salida. Tras una decepcionante temporada 2013-14, en la que había perdido su condición de indiscutido, y de un Mundial 2014 que le vio sentado en el banquillo mientras España se iba eliminada prematuramente en la fase de grupos tras caer contra Chile, el de Terrassa sentía que su etapa en la élite estaba terminada, a pesar de que le quedaban dos años de contrato con el club de su vida.

En plena disputa de la Copa del Mundo, Dani Alves llegó a confirmar la partida del centrocampista durante una rueda de prensa: "Sí, es verdad, Xavi se va. Es una pena muy grande, con su marcha pierdo a uno de mis ídolos en el fútbol". Incluso, en la prensa se aseguró que el jugador tenía planeado hacer pública su decisión en los últimos días de junio y que el club preparaba un partido homenaje para despedirle.

Sin embargo, en los días posteriores algo cambió y el fuego sagrado volvió a encenderse en él. Y el principal responsable de ese cambio fue nada menos que Luis Enrique: su excompañero y ahora entrenador le convenció de que todavía podía ser importante para la plantilla y le aseguró que tendría las mismas opciones que cualquiera para ganarse un lugar en el once. "Si te quedas, para mí perfecto. Pero si no te pongo, no me toques las pelotas", le dijo el técnico con picardía, según recoge una ya histórica crónica de Luis Martín publicada por El País el 22 de julio de aquel año.

Durante la campaña 2014-15, Xavi fue la segunda opción del entrenador detrás del recién llegado Ivan Rakitic, pero siempre estuvo disponible: participó en 31 de los 38 partidos de LaLiga (19 como titular) y en 10 de los 13 de la Champions League, aunque sólo dos desde el inicio. Sin embargo, su importancia dentro del vestuario fue clave, especialmente cuando ofició como mediador entre Luis Enrique y Leo Messi luego del recordado incidente de San Sebastián que estuvo muy cerca de costarle el cargo al asturiano apenas seis meses después de su llegada.

Aunque su rol dentro del campo fue secundario, Xavi fue el capitán del Triplete. Por eso, el club quiso iniciar negociaciones para renovar el contrato que vencería un año más tarde, pero el de Terrassa no sólo rechazó la propuesta, sino que decidió dejarlo en la cima: el 21 de mayo, antes de que se jugaran las finales de la Copa del Rey y de la Champions, anunció que abandonaría el club al final del curso.

"He hablado mucho de fútbol con Luis Enrique. Al principio de temporada le dije que me iba y me pidieron que me quedara. Ha sido muy honesto conmigo, siempre ha ido de cara y se lo tengo que agradecer, pero es un hándicap no ser titular después de 15 años. He tirado de humildad y he intentado hacer grupo", aseguró en la rueda de prensa donde comunicó su decisión.

Según versiones recogidas por Alex Pinantel en Relevo, aquella manera de irse del capitán no acabó de gustar a Luis Enrique. ¿La semilla de la discordia se había plantado?

Ya sin Xavi como líder de la plantilla, Luis Enrique conseguiría el doblete de Liga y Copa del Rey en 2015-16, pero comenzaría a escuchar los ecos de los cuestionamientos: la ausencia de un director de orquesta como el de Terrassa y la disminución de los minutos de juego del otro cerebro blaugrana, Andrés Iniesta, eran tragos difíciles de digerir para una afición que se vanagloriaba tanto de las victorias en el campo como del dominio de la posesión en cada partido que jugaba el Barça.

Las críticas fueron en aumento con el correr de los meses y, por eso, no terminó de sorprender cuando, en marzo de 2017 y antes del partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League donde debía revertir el humillante 0-4 de la ida contra el PSG, el de Gijón anunció que dejaría el club al finalizar la temporada 16-17: "El motivo es la manera que tengo de vivir esta profesión, lo doy todo. Esto significa muy pocas horas de descanso, de desconectar".

Lucho nunca asimiló bien los cuestionamientos y mucho menos que se dudara de su alineamiento con el ADN del club. Por eso, las declaraciones de Xavi a comienzos de 2018 en una entrevista con El País sólo pueden haberse sentido como un puñal: "Luis Enrique lo hacía muy bien, pero a mí eso no me gusta. En el Barça salíamos a la contra, Luis Enrique invitaba al rival a venir para contragolpearlo. Eso era impensable en el Barça de Guardiola. Incluso ganando 1-0 en el minuto 89 yo lo que quiero y donde me siento más a gusto es en campo contrario teniendo el balón y yendo al ataque".

Aquella frase quedó resonando durante seis años en la cabeza del asturiano. Hasta que llegó el momento de tomarse su revancha.

15 de marzo de 2024. En la sede de la UEFA en Nyon, el nigeriano John Obi Mikel extrae seis bolillas y deja establecidos los primeros tres cruces de los cuartos de final de la Champions League. En el bombo de la mesa sólo quedan dos bolas y todos saben qué nombres tienen: el Paris Saint-Germain y el Barcelona se verán las caras una vez más en una eliminatoria a doble partido.

Diez años después de su primer reencuentro, Luis Enrique y Xavi se cruzarán nuevamente, esta vez ambos como entrenadores y rivales. Una ocasión ideal para que Lucho se cobre su deuda con un Hernández que un par de meses antes había anunciado que dejaría el Barça con argumentos muy similares a los que había usado él en 2017.

Llega el día previo al primer partido de la serie y el entrenador del PSG brinda la rueda de prensa de rigor. El ida y vuelta del técnico con los medios se sucede, hasta que el micrófono llega a Alessandro Grandesso, periodista de La Gazzetta dello Sport que lleva más de una década afincado en la capital de Francia y es muy cercano a la directiva qatarí que comanda los destinos del club galo: "¿Quién de los dos representa mejor los valores futbolísticos catalanes?", suelta el italiano. La pregunta no sorprende a Lucho: sabía que vendría.

La respuesta estaba estudiada: "Yo, sin ninguna duda. No es una opinión, mirar los datos. Puedes ver las estadísticas de la posesión del balón, en ocasiones de gol, la presión alta, el número de trofeos y los títulos. Yo sé que hay algunas personas que no opinan de manera diferente, pero sin ninguna duda: yo".

Los dichos del entrenador del PSG resuenan en toda Cataluña y se abre un debate que parecía clausurado desde hacía largo tiempo. Xavi, por supuesto, es interpelado por los medios y elige despegarse: "Es Luis Enrique. Lo conocéis. Tengo muy buena relación personal y todo el respeto. Es uno de los mejores entrenadores del mundo y tiene un equipo hecho para ganar la Champions".

En busca de zanjar el debate, pronuncia una frase que se choca con lo que había declarado en 2018: "Los dos buscamos lo mismo. Podemos presumir que Luis Enrique, Pep Guardiola, Arteta y nosotros somos ADN Barça. Cuatro entrenadores con ADN Barça en cuartos de Champions. Los dos buscamos lo mismo, este ADN Barça que nos identifica y nos enorgullece".

Pero Lucho no suelta. Y antes del partido de vuelta, después de que el equipo blaugrana consiguiera una sorpresiva victoria por 3-2 en el Parque de los Príncipes en la ida, se deshace en elogios para Xavi pero insiste en su concepto: "El PSG va a presionar desde el minuto uno, el Barcelona utilizará el juego largo y el pase a última línea aprovechando el espacio. Creo que en la ida Ter Stegen batió un récord de 24 balones largos para superar la presión".

Según recogen múltiples reportes, la relación entre Luis Enrique y Xavi fuera del campo y lejos de los micrófonos es buena. "Hablé con él hace dos semanas, tengo la suerte de tener buena relación con él, con todo su staff, me he escrito con varios de ellos. No cambia nada", contó el de Terrassa aquel 9 de abril donde Lucho tiró el primer dardo sobre el ADN blaugrana.

Sin embargo, difícil es creer que estas nuevas declaraciones que salieron a la luz con el documental del entrenador del PSG no hayan hecho mella sobre el ánimo del catalán. De todos modos, la respuesta seguramente no llegará pronto: Xavi suele pasar de polémicas.