A lo largo de la larga historia del fútbol profesional, hay muchos récords que despiertan admiración. Ya sea relacionado con goles, apariciones o trofeos. Sin embargo, hay una estadística que es tan única y casi imposible de romper, incluso difícil de creer: el récord de disciplina del legendario inglés, Gary Lineker.
Durante sus 16 años de carrera brillante, Lineker jugó un total de 654 partidos competitivos para clubes y la selección nacional. Era un depredador feroz en el área de penalti, anotando un total de 330 goles. Sin embargo, de los cientos de partidos llenos de presión y duelos físicos, hay un número que se destaca, que es el cero. Cero tarjetas amarillas y cero tarjetas rojas.
Este logro es una anomalía extraordinaria si se compara con otros jugadores, incluso con delanteros legendarios. Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, Zlatan Ibrahimović, e incluso los delanteros de su propia era, todos han recibido tarjetas del árbitro. El hecho de que Lineker lograra mantener su récord limpio en la era de los 80 y 90, conocida por su dureza física, hace que este récord sea aún más fenomenal.
¿Cómo puede un jugador al más alto nivel evitar confrontaciones, entradas imprudentes o incluso protestas exageradas que puedan resultar en una tarjeta? La respuesta es una combinación compleja de principios personales inculcados desde joven, un estilo de juego muy inteligente y un profundo entendimiento de su papel en el campo. GOAL intenta explicarlo aquí.





