Al final, la Copa Mundial de Clubes valió la pena luchar por ella. No quedó del todo claro quién dijo qué a quién al terminar la final del domingo, pero mientras los jugadores del Chelsea celebraban, la tensión se hizo notar.
PSG, Gianluigi Donnarumma, Luis Enrique y Joao Pedro, del Chelsea, estuvieron en el centro del conflicto. Hubo un par de bofetadas, un empujón, algunas palabras intercambiadas y, en apariencia, mucho drama anticlimático. Pedro terminó en el suelo y nadie parecía especialmente feliz. El marcador ya mostraba un 3-0 para Chelsea, dando fin a una larga y sudorosa Copa Mundial de Clubes en Estados Unidos.
Sin embargo, ese altercado quizá fue necesario: un toque de agresividad que insufló vida a un torneo que había sido, en gran parte, bastante tibio.
La CWC 2025 tuvo largos momentos apagados. Hubo algunos buenos instantes, sin duda, muchos impulsados por los aficionados de equipos ya eliminados. Pero buena parte de este torneo de 32 equipos, ampliamente comercializado, se sintió forzado e improductivo, disputado en varios estadios estadounidenses que no parecían estar preparados para un torneo de fútbol.
Aun así, las competiciones necesitan tiempo para consolidarse, crecer y encontrar su propia identidad. Y aunque esta versión inicial del proyecto político y de vanidad del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, junto con el potencial dinero que lo respalda, no haya salido del todo bien, hay mucha promesa por descubrir y suficientes señales que sugieren que podría tener éxito durante muchos años.












