+18 | Contenido Comercial | Se aplican Términos y Condiciones | Juega Responsablemente | Principios editoriales
Javi Guerra ValenciaGOAL

Javi Guerra, el diamante atípico que ha sido extraído de las entrañas de Valencia

Javi Guerra es, tras David Silva, Isco y Juan Mata, la última joya que ha emergido de las minas de talento de Valencia. El dinámico centrocampista ya se encuentra en la mira de casi todas las potencias europeas. En la sección Hidden Gems FC, Voetbalzone te presenta al español de 22 años que está llamado a ser la próxima gran figura.

Josep Bosch se encuentra en el lugar donde pasa la mayor parte de su tiempo. Como es habitual, viste con orgullo la camiseta que tantas veces ha sacado con entusiasmo del armario: una camiseta deportiva roja de Adidas, sencilla a simple vista, pero con un emblema que significa todo para él.

Ese escudo es el de la UD Puçol. Solo los aficionados más fieles al fútbol reconocerán el nombre. El Puçol es un club amateur de la región de Valencia. Su logo es fácil de imaginar para quienes conocen la ciudad: un murciélago posado sobre el techo del escudo del club.

El murciélago es el símbolo por excelencia de Valencia. Las teorías sobre su origen son diversas. Algunos sostienen que tiene un trasfondo histórico: en 1238, el rey Jaime I de Aragón reconquistó la ciudad tras una cruenta guerra contra los sarracenos. La leyenda cuenta que, durante la toma de la ciudad, un murciélago se posó sobre su bandera, lo que Jaime I interpretó como un presagio de victoria. Desde entonces, el murciélago quedó grabado como emblema de la ciudad.

Otros, en cambio, dan una explicación más práctica: los murciélagos son simplemente muy comunes en la región.

Volvamos al presente, al año 2023. Hoy, Bosch, entrenador juvenil del Puçol, tiene una cita especial. El equipo de medios del Valencia CF, el club grande de la ciudad, ha venido a entrevistarlo. Le colocan el micrófono, y en cuanto empieza a hablar, sus ojos comienzan a brillar con una mezcla de emoción y orgullo.

“Soy entrenador desde que tenía dieciséis años. Pero él es el único jugador del que he pensado: si este chico no llega al fútbol profesional, entonces nadie lo logrará”, afirma con convicción a los canales oficiales del club, seis veces campeón de LaLiga.

  • Javi GuerraGetty Images

    Viajes en tren

    Bosch habla con orgullo de Javi Guerra. En Puçol, todos se sienten parte del crecimiento de aquel niño que, además de fútbol, también practicó tenis en sus primeros años. Nació en 2003, en el pequeño pueblo de Gilet, un rincón valenciano que apenas supera los 3,800 habitantes. A los cinco años, dio sus primeras patadas al balón en Puçol, aunque su nombre no figuraba en ningún registro oficial.

    “No estaba inscrito”, recuerda Javi en una charla con Club del Deportista. “Era más pequeño y jugaba con chicos mayores”. Tampoco llegó a vestir durante mucho tiempo la camiseta rojiblanca del Puçol.

    “El padre de un compañero de clase era entrenador en el Villarreal. Un día me vio jugar y debió ver algo especial, porque me llevó a hacer pruebas al Villarreal. Pasé la prueba y empecé a jugar allí”, relata Guerra.

    Pero el salto al Villarreal no fue sencillo para el joven Javi ni para su familia. Por fortuna, su abuelo se convirtió en su principal aliado, recorriendo cada día los cincuenta kilómetros que separan Puçol de Villarreal, ida y vuelta. “Al principio, él no tenía licencia de conducir, así que teníamos que ir en tren”, recordaría años más tarde en una entrevista con MARCA.

    “Me cambiaba de ropa en los baños de la estación, me quitaba el uniforme del colegio y me ponía el de entrenamiento. Son recuerdos que ahora valoro muchísimo. Mi abuelo no era aficionado al fútbol, pero desde que empecé a jugar, se volvió fanático. Y sobre todo, fan mío. Lo único malo es que ahora tengo que aguantarlo hablándome de fútbol todo el día en casa”, dice entre risas el futbolista, con el cariño de quien sabe que su éxito está forjado en familia.

  • Anuncios
  • Orgulloso

    Su abuelo, seguramente con el corazón desbordado de orgullo, fue testigo de uno de los momentos más esperados: el debut de su nieto con el primer equipo del Valencia, el 16 de abril de 2023. Un sueño que comenzó a gestarse en 2019, cuando el club pagó cerca de un millón de euros para arrebatárselo al Villarreal, apostando por el talento de un joven que todavía era una promesa.

    Pero solo once días después, Javi haría que su familia se sintiera aún más orgullosa. Aquella tarde, los Guerra seguían con los nervios a flor de piel el partido entre Valencia y Real Valladolid. El marcador mostraba un 1-1 que de poco servía a un equipo necesitado de puntos. La tensión en Mestalla era palpable.

    De repente, ven al cuarto árbitro levantar el tablero de cambios. El número 36 se enciende en verde: Javi Guerra está por ingresar. La familia se pone de pie, anticipando que algo grande puede suceder.

    Y sucede. A los pocos minutos en el campo, Javi protagoniza la jugada con la que, en secreto, todos habían soñado. Con una aceleración letal, deja atrás a su marcador y, sin pensarlo, saca un zurdazo cruzado, su pierna menos hábil, que se cuela imparable en la esquina de la portería. Golazo. Mestalla estalla en júbilo. Sobre el césped y en las gradas, la explosión de alegría tiene un solo protagonista: Javi Guerra.

    Desde algún rincón de las tribunas, seguramente con lágrimas en los ojos, su abuelo contempla emocionado cómo aquel niño que acompañaba en tren ahora hace vibrar a todo un estadio.

  • Jóvenes

    Ese gol de Javi Guerra no solo fue un estallido de júbilo en Mestalla, sino una necesidad urgente para un Valencia que atraviesa tiempos difíciles. A comienzos de este siglo, el club era la joya del fútbol español, un referente en Europa. Hoy, la antigua potencia lucha con uñas y dientes por la permanencia. La temporada pasada, logró salvarse tras una remontada épica en la segunda vuelta: durante el parón invernal, Los Ches ocupaban el penúltimo lugar de la tabla y eran considerados el principal candidato al descenso.

    Un dato que refleja el presente del club: la plantilla del Valencia fue la más joven de las cinco grandes ligas europeas la temporada pasada. La media de edad apenas rozaba los 24 años (23,99), un reflejo de la apuesta —forzada y a la vez esperanzadora— por la cantera. El talento abunda, y las cifras lo demuestran.

    Yarek Gasiorowski, por ejemplo, dejó recientemente en las arcas del club diez millones de euros tras su traspaso al PSV Eindhoven. Lo mismo ocurrió con Cristhian Mosquera, el prometedor central que fue adquirido por el Arsenal por quince millones. Valencia, asfixiado financieramente, ha encontrado en sus joyas una vía de oxígeno económico.

    Javi Guerra está llamado a ser el siguiente gran movimiento. Su talento, proyección y madurez sobre el campo lo convierten en el activo más codiciado de la plantilla. Y mientras los gigantes de Europa afinan sus ofertas, Mestalla sigue disfrutando —quizá por poco tiempo— de un mediocampista que es mucho más que una esperanza: es un símbolo de la resistencia valencianista.

  • David SilvaGetty Images

    Un valenciano atípico

    El gol ante el Real Valladolid es una radiografía perfecta de lo que es Javi Guerra en estado puro. Le fascina encarar a su rival, desafiarlo en el uno contra uno, y los números lo respaldan: si se comparan todos los centrocampistas de las cinco grandes ligas, Guerra se encuentra en el top 15% en regates exitosos, una estadística que refleja su atrevimiento y calidad en el desborde.

    Pero su impacto no se limita a la conducción del balón. En cuanto a conducciones progresivas —aquellas en las que un jugador avanza el balón al menos diez metros hacia campo rival—, Guerra también sobresale, consolidándose como uno de los centrocampistas más verticales de Europa. Y defensivamente, su despliegue es igual de notable. La temporada pasada fue uno de los únicos seis mediocampistas sub-23 en todo el continente que superó las 50 entradas y los 50 regates completados. Un box-to-box en toda la extensión de la palabra.

    Valencia siempre ha tenido el don de fabricar centrocampistas pequeños, técnicos y de gran visión, como David Silva, Juan Mata e Isco, quienes durante la última década brillaron en la élite mundial. Guerra, sin embargo, es otra clase de futbolista.

    Aunque posee la técnica que caracteriza a los centrocampistas españoles, su imponente estatura de 1.87 metros lo coloca en una categoría diferente. Guerra es un atleta. Un mediocentro dinámico, con zancada poderosa, que vive para romper líneas y llegar al área rival.

    Su resistencia física es una de sus principales virtudes, pero también su agresividad para presionar y recuperar. Javi no se conforma con dirigir desde la base de la jugada; su instinto lo lleva a buscar siempre el área, convirtiéndose en un futbolista que interpreta el fútbol con verticalidad, fuerza y carácter.

  • Penales fallados

    Fuera del terreno de juego, Javi Guerra deja atrás su intensidad y despliegue físico para mostrarse como un joven de carácter sereno. “Soy simplemente un chico normal que disfruta haciendo cosas normales con sus amigos y familia”, se define a sí mismo. “Dicen que soy muy humilde, pero cuando agarro confianza, me encanta hacer bromas.”

    Sin embargo, dentro del campo, Guerra tiene un repertorio de armas que lo diferencian, y una de ellas es su capacidad para utilizar ambos pies con naturalidad. A eso se suma su golpeo, probablemente su mayor virtud desde que era niño. Josep Bosch, su entrenador en Puçol, lo vio claro desde sus primeros años. “Un tiro libre era sinónimo de gol”, recuerda sobre aquel pequeño de cinco años que ya deslumbraba. “¿Pero un penal? Eso era otra historia. Lo máximo que lograba era estrellarla en el travesaño. Nunca se contenía, siempre disparaba demasiado fuerte.”

    Hoy, las estadísticas lo respaldan: Guerra es un centrocampista al que le encanta probar desde fuera del área. Promedia 1.64 disparos por cada 90 minutos, situándose entre los mejores en su posición en ese apartado. Su mentalidad ofensiva es parte de lo que lo hace especial: siempre buscando el gol, siempre en movimiento hacia el área rival.

    La temporada pasada no fue sencilla. Guerra también sufrió la crisis de un Valencia que coqueteó con el descenso. Sin embargo, la llegada de Carlos Corberán al banquillo cambió la dinámica. Bajo su dirección, el equipo encontró orden, y Javi Guerra, confianza. El mediocampista encontró un contexto ideal para explotar su juego de ida y vuelta, liderando la reacción del equipo con personalidad, despliegue y goles.

  • Carlo Ancelotti, Carlos CorberanGetty Images

    El milagro de Valencia

    Hasta entonces, el Valencia navegaba a la deriva. Ocupaba el puesto 19 en la clasificación y se encaminaba hacia su primer descenso en más de 40 años. Pero con la llegada de Carlos Corberán, todo cambió. El técnico, que asumió el cargo tras el parón invernal, transformó por completo la dinámica del equipo. Si bien Real Madrid, Barcelona y Atlético seguían estando un peldaño por encima, frente al resto de rivales, el Valencia solo volvió a perder en dos ocasiones.

    El equipo, que parecía desmoronarse, recuperó el alma y la forma. Ganó 9 de los últimos 21 partidos, una cifra notable si se compara con las escasas 2 victorias en los primeros 17 encuentros de la temporada. El tambaleante Valencia incluso llegó a coquetear con los puestos europeos.

    “Corberán me ha dado libertad y confianza. Ha sido muy importante para mí”, confesó Javi Guerra en Cadena SER, elogiando al entrenador de 42 años que logró revitalizar no solo al equipo, sino también a su carrera.

    Valencia se alejó de la zona de descenso con determinación y terminó la campaña en un meritorio duodécimo lugar. Lo que parecía imposible, sucedió: el milagro de Mestalla. “Ha provocado un cambio increíble”, afirma Guerra. “Desde que él llegó, empezamos a obtener resultados con los que incluso soñamos con luchar por la Champions League.”

    A nivel individual, la segunda mitad de la temporada fue brillante para Guerra. Se convirtió en un fijo en el once titular, disputando prácticamente todos los encuentros completos y aportando 3 goles y 2 asistencias, cifras que reflejan su crecimiento y peso en el equipo.

    Como premio, al final de la temporada le esperaba un dulce extra: el Campeonato Europeo Sub-21 con la selección española. Allí, Guerra siguió mostrando su calidad en la élite juvenil. Disputó los partidos número 18, 19, 20 y 21 de su trayectoria con las selecciones menores, dejando una vez más una gran impresión. En el duelo de fase de grupos ante Eslovaquia fue elegido como el jugador del partido. En cuartos de final, España se midió a Inglaterra, favorita al título. A pesar de un gol de Guerra, el combinado inglés se impuso 3-1 y cerró el camino español.

  • Nada extraño, ¿o sí?

    Pero Javi Guerra ya se muestra firme en el escenario mundial. No sorprende, entonces, que este verano su nombre suene con fuerza en varias grandes potencias extranjeras. A principios de mes, varios medios apuntaron al interés concreto del AC Milan, que estaría dispuesto a ofrecer alrededor de veinte millones de euros por el centrocampista. Sin embargo, el Valencia mantiene una postura firme, pidiendo una cifra cercana a una vez y media esa cantidad.

    Más intensos son los rumores que lo vinculan con el Manchester United, que sigue en búsqueda activa de un nuevo mediocampista para reforzar su plantilla. Incluso Unai Emery, actual entrenador del Aston Villa y compatriota de Guerra, estaría interesado en llevarlo a la Premier League. El pasado verano, Javi estuvo muy cerca de salir rumbo al Atlético de Madrid, en un mercado agitado para el joven talento.

    “Se decidió que me quedaría en Valencia y, para ser honesto, estoy contento con eso”, declaró en junio a La Sexta. “¿Si el Atleti llama de nuevo este verano? Nunca digas nunca, pero mi prioridad es quedarme en Valencia. Si no pasa nada inesperado, seguiré aquí.”

    Habrá que esperar para ver si realmente no ocurre nada inesperado. Valencia podría beneficiarse mucho con esos millones, y en la Premier League no escasean los recursos. Pero seguro que el abuelo de Guerra deseará que su querido nieto siga jugando cerca de casa.