Después de solo ocho minutos en la final del Mundial de Clubes, Cole Palmer desaprovechó una oportunidad clara. Recibió el balón en ese espacio especial que parece suyo, justo fuera del área, con el pie izquierdo listo para un disparo curvado, su sello personal. Pero erró, enviando el balón al lateral de la red. En ese momento, parecía que el Chelsea estaba acabado. Esa fue su única chance contra el poderoso Paris Saint-Germain, y la desperdiciaron.
Sin embargo, el equipo renació. Quince minutos más tarde, Palmer volvió a tener una oportunidad similar, y esta vez no falló, colocando el balón en la esquina inferior de la portería. Poco después, anotó su segundo gol tras una jugada fluida, definiendo con un disparo preciso ante un Gianluigi Donnarumma vencido. También participó en el tercero, asistiendo a Joao Pedro, quien controló y definió para poner al Chelsea 3-0 antes del descanso.
En apenas 43 minutos, los Blues prácticamente habían dejado fuera de combate a los campeones de Europa. Ofrecieron una actuación magistral ante el PSG el domingo por la noche, y se merecieron el título del Mundial de Clubes. Tras una primera mitad brillante, la segunda fue disciplinada: Chelsea mantuvo su peligro al contragolpe y mostró una defensa sólida, con entradas precisas, bloqueos y puños en alto ante la mirada de todos. El PSG nunca estuvo realmente cerca, salvo por un par de grandes atajadas del sorprendentemente excelente Robert Sánchez, que rindió de forma constante toda la noche.
Al final del partido, Luis Enrique afirmó que su equipo no era “perdedor”, sino simplemente “subcampeón” en una competición de alto nivel. Esa puede ser una interpretación justa, pero, en perspectiva, fueron superados completamente. Un equipo llegó con un plan claro, una estrella en forma y un entrenador convencido; el otro simplemente se mostró agotado.
En un sentido más amplio, esta es la perfecta reivindicación del proyecto de Todd Boehly. El dinero no puede comprar una estrategia de fichajes perfecta ni a los jugadores ideales, pero sí puede comprar buenos jugadores y, en este caso, el derecho a ser llamados campeones del mundo. El Chelsea pudo haber tenido altibajos en la Premier League esta temporada, pero con esta exhibición, se perfilan como un candidato serio para el título en 2025-26.
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