La repercusión de la dramática protesta de Estudiantes el pasado fin de semana se ha convertido en uno de los episodios más polarizantes en el fútbol argentino reciente. La controversia comenzó cuando la AFA inesperadamente otorgó a Rosario Central un título por tener la mayor cantidad de puntos en el año calendario 2025, una decisión que muchos clubes creyeron que era meramente un “reconocimiento” simbólico, no un campeonato real.
Pero cuando el presidente de la AFA, Chiqui Tapia, presentó un trofeo físico al capitán de Rosario, Di Maria, estalló el descontento. Estudiantes se convirtió en el único club en rechazar públicamente la legitimidad del título, y su respuesta en el campo envió ondas de choque a través de la liga. Mientras los jugadores de Rosario salían esperando un tradicional pasillo de honor, los jugadores de Estudiantes les dieron la espalda al unísono en protesta.
El gesto se ha transformado desde entonces en un debate, exponiendo la creciente frustración con el liderazgo de la AFA y la percepción de que Tapia ha estado usando el éxito reciente de la selección nacional, y su proximidad a Lionel Messi, para expandir su influencia sobre las competiciones domésticas.