Un campeón generacional, un fuera de serie que marcó una era dentro y fuera de la cancha. David Beckham dejó una huella indeleble en la cultura popular y se convirtió en el manifiesto viviente de la transformación del futbolista en una marca. Beckham —o mejor dicho, Sir David Beckham, tras su nominación a Caballero— representa para el fútbol lo que Michael Jordan significó para el baloncesto: el primer gran ícono verdaderamente global, el hombre que amplió los límites del deporte y abrió un camino que más tarde recorrerían figuras como Cristiano Ronaldo, Messi o Neymar, por mencionar solo a los más influyentes.
Porque Becks no solo revolucionó el marketing deportivo; también encarnó la evolución del futbolista moderno: de atleta a estrella pop, una celebridad con fama planetaria.

