Para un fuera de serie de su calibre debería ser normalidad, pero las dinámicas que han hecho tempestuoso el mar en el cual la Loba ha tenido que maniobrar para mantenerse a flote y volver a la orilla habían dicho algo muy distinto.
En agosto, la Joya estuvo a un paso de trasladarse a Arabia, más precisamente al Al Qadsiah, listo para garantizarle puentes de oro. Un giro de escena que había inaugurado de la peor manera posible el tormentoso 2024/2025 de la Roma, útil para aliviar las finanzas del club pero que al final se disolvió en las palabras de amor pronunciadas por Paulo una vez oficializada la permanencia en giallorosso, que enloqueció de alegría a los aficionados.
"Todos miran solo al aspecto económico - había dicho a 'Sky' después del 'no' a los saudíes - Yo he puesto muchas cosas en la balanza como la familia, la esposa, la ciudad y las ganas de regresar a la Selección. Tengo 30 años y me siento bien físicamente, quiero seguir dando el máximo. Luego es claro que cuando uno ve esa cifra lo piensa, pero también hay otras prioridades".
Puestas las bases para continuar caminando de la mano, con el paso de los meses los detalles incluidos en los acuerdos entre las partes han llevado al renovación automática del delantero: mérito del 50% de presencias de la temporada de al menos 45 minutos recogidas, meta alcanzada contra el AZ Alkmaar en Europa League a finales de enero.
Prolongación hasta 2026 y sueldo elevado de 6 a 8 millones, con cláusula de rescisión de 12 válida del 1º al 31 de julio que no excluye la despedida pero que actualmente, visto cómo están yendo las cosas, parece un escenario decididamente más lejano.