Según el periódico, Ten Hag avisó a sus jugadores que no estaba permitido el uso de joyas durante el entrenamiento. El siempre coqueto Ronaldo había practicado con sus aretes puestos tanto bajo Ole Gunnar Solskjaer como bajo Ralf Rangnick, pero el neerlandés estableció una política diferente. Durante una jornada de trabajo, el entrenador instruyó a Steve McClaren, su asistente, para que se encargara del asunto e informara a Ronaldo que debía quitarse los pendientes. La respuesta del portugués fue arrojarlos a un arbusto.