Se dice que la relación de Lewandowski con el equipo se fue deteriorando con el tiempo, debido a varios problemas internos que afectaron la confianza entre ellos. La tensión alcanzó su punto máximo en marzo, tras la victoria 2-0 contra Malta, cuando Lewandowski entró furioso al vestuario y reprendió tanto al cuerpo técnico como a sus compañeros, para después hacer públicas sus críticas. Según informes, varios jugadores ya estaban molestos con él, pues sentían que había priorizado al Barcelona por encima de la selección antes del partido.