La noche fue de Griezmann. Eso sí, las mejor noticia azulgrana tuvo denominación de origen inequívoca: La Masia. Si Antoine brilló con luz propia para hacer su primer gran partido con la casaca del Barça, el partido dejó inmejorables nuevas para los que pensaban en que el equipo pasaría serios problemas sin Messi, sin Suárez y sin Dembélé. Más allá del partido de Antoine, la noche fue un tributo al fútbol de cantera y a los productos de La Masia. Algo que el socio, en tiempos donde la cartera ha primado sobre la cantera, estaba echando de menos. Y quizá por eso el público del Camp Nou disfrutó tanto de una buena noche de fútbol, goles y emociones.
Que al Barça siempre le ha ido mejor fabricando Balones de Oro que comprándolos es un hecho. Que la cantera parecía haber dado un paso atrás, parecía otro. Pero si esa era la tendencia, esta noche se rompió. Valverde tiró de la guardería y el Barcelona logró conjugar los dos verbos más difíciles en el fútbol: ganar y gustar. En una noche "made in La Masia", hubo tres nombres propios más allá del de Griezmann. El primer nombre fue el de un canterano consolidado, Busquets, que estuvo imperial en el corte; el segundo nombre, el de Carles Pérez, un recién llegado que marcó un gran gol y tiene buena pinta; y el tercero, el de Ansu Fati, un niño de apenas 16 años que debutó para hacer realidad su sueño y estuvo a punto de marcar.
Fue una noche de buen fútbol, una noche "made in La Masia". Hacía falta. Mientras algunos siguen reclamando un Neymar que echarse a la boca, la cantera siempre parece preparada para jugar el fútbol que ha hecho grande a esta institución en los últimos años. Cartera, en los últimos años, hay. Cantera, también. Y no es un capricho jugar con los de casa. Más bien, al revés. Nadie interpreta cómo debe ser el juego del Barça como los que llevan toda la vida jugando con esa camiseta. Con perdón, mejor fabricar Balones de Oro que comprarlos.
Rubén Uría