"Es el final de un proceso". La sentencia llega desde el propio Gustavo Alfaro. No importa lo que pasa en Brandsen 805. Tampoco lo que pasará en los 90 minutos siguientes en el Gigante de Arroyito. Boca termina el 2019 sin entrenador, arrancará el 2020 con toda una cúpula nueva y la incógnita atraviesa a cada esfera del club: ¿ahora qué?
El ciclo Alfaro termina desdibujado. Más allá de los últimos resultados y de una derrota ante Rosario Central que no le permitirá depender de si mismo para cumplir el objetivo que le quedaba -cerrar el año puntero-, el Xeneize perdió la fotaleza que le había imprimido el entrenador. De ser un equipo duro, pasó a mostrar falencias y a ser mucho más permeable que al principio. El bajón hasta pareciera ser anímico, influenciado por factores externos que indefectiblemente influyen en las vidas de los jugadores y del cuerpo técnico.
Esta etapa, sin embargo, debe ser analizada desde varios ángulos antes de ser historia juzgada. Y es que cuando se planificó el año, a pocos días de la derrota ante River en Madrid, una cosa quedó clara: la intención de ser protagonista de todo estaba lejos de la mirada dirigencial. Ese intento de "transición" que debía comandar el DT dejó algunos puntos altos sin necesariamente ser buscados y es desde donde bien podría empezar a construirse lo que se viene.
El rombo defensivo, hoy, parece intocable. Carlos Izquierdoz, Lisandro López, Iván Marcone y el agregado de Nicolás Capaldo fueron la base del funcionamiento del Lechuga y lo mejor, no solo estadísticamente, sino también futbolísticamente. El desafío en esa zona será retener a Esteban Andrada. Su otro legado será su filosofía de trabajo y un manejo de grupo que le evitó a un plantel habituado a las primeras planas pasar algo más desapercibido y poder salir del caos constante que se impone en la institución.
La posibilidad de ser campeón de la Superliga sigue latente -Alfaro dejará a Boca, a lo sumo, a tres puntos de Argentinos en caso de que el Bicho le gane a Estudiantes este lunes-. Deberá reforzarse si quiere volver a pelear la Copa Libertadores y superar por primera vez el escollo de River -Alfaro clasificó a Boca en el primer semestre luego de una gran remontada de puntos-. El ciclo deja sentadas las bases. Ahora, que llegue el compromiso para continuar la construcción.