Pretemporada impecable, jugadores con buen tono físico, actitud extraordinaria, motivación máxima y piezas suficientes para competir. Ese es el mapa de sensaciones que ha dejado el caluroso verano del Atlético de Madrid, que no ha fichado todo lo que debería y que, lejos de seguir instalado en la dinámica dubitativa del año pasado, parece haber recuperado energía. Axel Witsel aporta fluidez, fiabilidad, salida de balón y toneladas de oficio. Morata, al que medio Twitter Atleti apoya y otro medio veja y humilla, ha completado una pretemporada de nivel, fabricando ocasiones, rubricando goles y dejando un aroma a '9' competente que invita a pensar que cuando la Juventus se muere por sus huesos, no es un capricho. Joao Félix, al que la clase se le cae de los bolsillos, es el talento puro sobre el que debe girar el equipo, porque apunta maneras de jugador determinante y siempre hace mejores a sus compaeros. Saúl, siempre en el ojo del huracán, ha ofrecido una versión realmete sólida desde el rol que menos le apasiona, el lateral zurdo, donde si no cambia la cosa, acabará volviendo a jugar. El resto de las buenas sensaciones las ofrece un grupo en el que todos, desde Daniel Wass a Thomas Lemar, pasando por el chaval Sergio Díez hasta el capitán Koke, han jugado a fútbol francamente bien. ¿Suficiente para ilusionarse? Es posible. ¿Para vender humo? Eso ya no.
Sin embargo, conviene no hacerse trampas al solitario. Las pretemporadas, sobre todo en el caso del Atleti, no sirven absolutamente para nada. Propenso a transformaciones irracionales, el equipo rojiblanco siempre se ha mostrado el rey del suspense: es capaz de ganarlo todo en verano y dimitir de los títulos en enero, como también de dar lástima en verano y acabar dando auténtico miedo al personal en primavera. ¿Ha jugado bien el Atleti? Desde luego. ¿Sus resultados invitan a pensar que hay materia prima? Puede ser. Sin embargo, si hay algo que nos ha enseñado el fútbol de verano es que, sobre todo con el Atleti, jamás se pueden sacar conclusiones definitivas con este equipo. Ni en lo bueno, ni en lo malo. El tiempo dirá y el campo, que nunca miente, mostrará para qué está ese equipo.
Eso sí, para los creyentes del cholismo y los apóstoles de la irracional ciencia colchonera, este verano se ha consumado algo realmente positivo. Tras la ansiedad generada por la famosa frase del "antes de comprar hay que vender", tras la irritante nueva camiseta y después del estresante rumor que colocaba a Cristiano Ronaldo en el Metropolitano, el Atleti se ha colocado justo donde le gusta. Este año nadie repara en sus armas y todo el mundo está ocupado en regodearse en las Champions del Madrid y las palancas del Barça. Es decir, que este año, al menos, los papagayos amaestrados de siempre no han repetido, hasta la saciedad, la pamema de "la mejor plantilla de la historia". Este verano, por lo visto, el Atleti parte a años luz del favoritismo del duopolio. Y este verano, sin apenas hacer ruido, con el Atleti no cuenta absolutamente nadie. Presión, cero.
Es decir, que este año, el Atleti vuelve a estar justo donde le gusta. En territorio Simeone. Fuera del foco mediático, tapado por las luces de neón de los dos mastodontes de siempre y sabiendo que nadie da un duro porque gane el título. Los torneos de verano están para probar, coger ritmo y si me apuran, para perderlos. Ahora empieza lo serio. Nadie cree en este equipo y si algo nos ha enseñado la historia del Atleti es que este club, cuando no le travisten con la falsa prótesis de favorito, compite mucho mejor. Esa, al menos, es la teoría. Ahora falta la práctica. Y entra en la zona Simeone: favorito a nada, aspirante a todo.
Rubén Uría
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