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Curacao World Cup qualify 2026Getty

'Es mágico' - El proyecto de 23 años que llevó a Curazao a su primera Copa del Mundo

Algunos han descrito la clasificación de Curazao para el Mundial como un milagro, el tipo de cosa que requiere fe en un poder superior de algún tipo. Y sí, hubo algo más grande que la vida esa noche en Kingston hace dos semanas, cuando la Ola Azul aseguró un empate con Jamaica para avanzar al torneo de 2026. 

El presidente de la FA, Gilbert Martina, entiende por qué sigue apareciendo la palabra. Los jugadores de Curazao rezan antes de cada sesión de entrenamiento y cada partido, no a una sola fe o tradición, sino como una muestra de unidad. Para ellos, la fe es el punto de partida.

“Comenzamos con una oración: rezar para agradecer que estamos vivos. Rezar para agradecer por el viaje que tenemos por delante. Espiritualidad, religión, como quieras llamarlo, esa es una parte clave del equipo”, dijo Martina a GOAL.

Funcionó. No solo eso, por supuesto. Hay otras dinámicas que intervienen en un equipo ganador: tácticas, rendimiento en los días de partido, quizás un poco de suerte a lo largo de los 90 minutos. Para Curazao, la oración fue un acto de unificación, una forma para un equipo de 26 jugadores, representando a una nación de solo 155,000 habitantes, de expresar su unidad mientras afrontaban cada día.

Y su clasificación, en un sentido más amplio, requirió un poco de todo. ¿Oración? Por supuesto. Sin embargo, fue igualmente sobre un sentido de propósito, una creencia genuina y la cantidad adecuada de inversión dirigida para impulsar a una pequeña nación al torneo de 2026.

“Lo llamo un viaje divino. Es mágico. Cuando todo se alinea, el universo se alinea con tu objetivo, entonces sucede la magia.”

  • Gilbert Martina Getty

    'Amo los grandes sueños'

    Curazao selló su clasificación el 18 de noviembre de 2025, pero para Gilbert Martina, el proceso comenzó mucho antes, en 2002, cuando se unió a la federación principalmente en un rol asesor.

    En aquel momento, su designación sorprendió a muchos, ya que Martina no tenía historial en el fútbol. Era empresario y CEO de una gran compañía de seguros, con formación en ingeniería química y un posgrado en recursos humanos. Sin embargo, su conexión con Curazao era profunda: nació y creció en la isla y estudió en la Universidad de Groningen en los Países Bajos antes de regresar a su tierra natal, experiencia que resultaría clave para el futuro del fútbol local.

    Además, Martina estaba bien posicionado para conseguir financiación. En 2002, Curazao apenas contaba con una federación de fútbol sólida. Había algo de cultura futbolística, pero la isla producía pocos talentos de primer nivel; los que surgían, en su mayoría, se mudaban jóvenes a otros países y representaban a selecciones extranjeras. Curazao era, entonces, un actor secundario en el fútbol mundial.

    Para Martina, sin embargo, esto era una oportunidad para soñar en grande. Se dedicó a conseguir patrocinadores y financiar la federación, con un objetivo ambicioso: clasificar a Curazao para una Copa del Mundo, por remoto que pareciera.

    “Desde ese momento creí, porque amo los grandes sueños. Amo los grandes planes. Mi abuelo solía decir: ‘En cada cementerio hay planes excelentes’. Esto no era un plan para terminar en un cementerio. Teníamos que hacerlo realidad”, comentó.

    Aun así, era un proyecto claramente a tiempo parcial. Curazao no era una nación independiente y seguía bajo el control de los Países Bajos. Cada recurso que Martina conseguía enfrentaba obstáculos: campos en mal estado, un reducido grupo de jugadores y hasta la falta de oponentes.

    Mientras tanto, Martina mantenía su trabajo diario en la compañía de seguros de salud, además de invertir en una piscifactoría, asesorar hospitales, escribir, dar conferencias e invertir en distintos proyectos. El próximo año, planea publicar un libro.

    Sin embargo, nunca dejó de trabajar entre bastidores. Recaudó dinero aquí, invirtió allá, y paso a paso fue construyendo algo sólido.

    “No tenemos grandes recursos como los Países Bajos, Alemania o Brasil. Pero el tamaño y los recursos no importan cuando persigues un objetivo mayor”, afirmó Martina.

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  • Curacao Gold Cup celebrationsGetty

    Imponiéndose en el continente

    El gran avance fue, sobre todo, político. En 2010, Curazao logró su independencia de los Países Bajos. Aunque aún mantiene lazos en áreas como defensa y relaciones exteriores, para todos los efectos prácticos, Curazao se convirtió en una nación soberana.

    Este cambio trajo implicaciones más allá del fútbol, pero también abrió puertas importantes, incluyendo el reconocimiento oficial de la FIFA para su selección nacional. En 2011, Curazao fue aceptado por el organismo rector del fútbol, clasificándose en el puesto 151, y poco después se unió a la CONCACAF bajo su nuevo nombre. Para agosto de ese año, esta nación de apenas 150,000 habitantes jugaba sus primeros partidos oficiales.

    Los comienzos fueron difíciles. La infraestructura era limitada y competir en el campo era todo un desafío, incluso con Martina y la federación trabajando arduamente. Entre 2011 y 2014, solo consiguieron seis victorias, y en 2013 disputaron apenas dos encuentros. Hasta hace poco, su mayor logro había sido un triunfo en la clasificación para la Copa Oro sobre Cuba por goles de visitante.

    Pero el trabajo continuó. La federación logró convencer a jugadores con elegibilidad para Curazao, formados en Europa y otras regiones, de representar al país. Para 2020, el equipo contaba con futbolistas que jugaban en la Eredivisie, la Pro League belga y la Premier League turca.

    “Todos nuestros jugadores se formaron en Países Bajos y Europa”, afirmó Martina.

    Los éxitos empezaron a llegar. Curazao derrotó a Jamaica en la Copa del Caribe 2017, asegurando su lugar en la Copa Oro 2017. Aunque ese torneo fue complicado —perdieron los tres partidos de grupo—, en 2019 demostraron su crecimiento: vencieron a Honduras y Jamaica en la fase de grupos antes de caer ante Estados Unidos en los cuartos de final.

    Para entonces, estaba claro: Curazao ya no era un invitado, era un rival legítimo.

  • Curacao fans Getty

    'Fue una gran fiesta'

    Clasificar para la Copa del Mundo a nivel global nunca ha sido tan accesible: 48 equipos llegan al torneo, con más plazas disponibles que nunca. Algunos critican la expansión. En la CONMEBOL, por ejemplo, es relativamente más fácil, con hasta tres plazas adicionales según el ranking. Pero en otras confederaciones, la dificultad sigue siendo máxima.

    Y, en teoría, Curazao no debería estar siquiera cerca de la hazaña. Ciertamente, algunas circunstancias jugaron a su favor: tres naciones de la CONCACAF —México, Canadá y Estados Unidos— se clasificaron automáticamente como anfitrionas, aligerando la fase de grupos. Además, su grupo fue bastante accesible, con una Jamaica debilitada como su única competencia real.

    Aun así, los resultados debían llegar. Para materializar el sueño, Curazao apostó por Dick Advocaat, un entrenador holandés con amplia experiencia en la Eredivisie, la Scottish Premier League y la Bundesliga.

    Cuando Martina asumió oficialmente como presidente de la federación en abril de 2025, una de sus prioridades fue programar la mayor cantidad de partidos posible antes de la fase de clasificación de otoño.

    “El financiamiento es clave, porque todo esto es muy costoso y la federación no puede cubrir todos los gastos sola. Conseguir patrocinadores fue fundamental. Jugamos 10 partidos este año, y la mayoría de los costos los asumieron dos patrocinadores, uno de ellos una aerolínea”, explicó Martina.

    La suerte del sorteo también ayudó: Curazao disputó partidos consecutivos en casa en octubre. Sabían que un par de victorias frente a Jamaica y Trinidad y Tobago los pondría en una posición sólida.

    El 10 de octubre fue un día especial: celebraban el aniversario de la independencia de Curazao y, ese año, 15 años como nación autónoma. Una victoria frente a los Reggae Boyz los habría colocado en lo alto del grupo de clasificación. La emoción en la isla era palpable. Martina sabía que los aficionados acudirían, pero no podía imaginar la magnitud del apoyo.

    El Estadio Ergilio Hato estaba lleno hasta los topes, y muchos fanáticos no pudieron entrar. Cuando Livano Comenencia, exjugador de la academia de la Juventus, anotó desde 30 yardas en la primera mitad, la multitud —muy por encima de los 10,000 espectadores del estadio— estalló en júbilo. Añadieron un segundo gol y celebraron una victoria de 2-0.

    “Fue una fiesta enorme, un regalo enorme”, recordó Martina.

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    Haciendo que ocurra la 'magia'

    El 7 siempre ha sido un número de la suerte, y en Curazao tiene un significado especial, explicó Martina. Cuando la selección abrió la ventana de noviembre goleando a Bermuda 7-0, Martina supo, por absurdo que pareciera, que todo estaba encaminado.

    Y tenía razón. Trinidad y Tobago hizo un enorme favor al mantener a Jamaica en un empate en casa, dejando a Curazao llegar al último partido de la fase de clasificación necesitando solo un empate para avanzar. Podrían haberse conformado, sobre todo después de que Advocaat dejara temporalmente el campo de entrenamiento por asuntos personales. Pero no lo hicieron. Salieron a ganar y lograron un empate sin goles, suficiente para sellar la clasificación.

    La emoción fue desbordante: algunos fanáticos saltaron las barreras y corrieron hacia la pista que rodea el campo en Kingston, los jugadores se abrazaron y lloraron, y las redes sociales estallaron. Curazao terminó invicto en la clasificación y se convirtió en el país más pequeño —en superficie y población— en asegurar un lugar en la Copa del Mundo.

    Dos semanas después, Martina aún se emociona al recordar aquel momento. “Fue simplemente mágico”, insiste. “Cuando persigues una meta grande, con la mentalidad correcta, la actitud correcta y conectado con esa fuerza invisible que nos rodea, la magia sucede”.

    ¿Y en cuanto al Mundial? No piensan ser simples espectadores. Para Martina, esto no es el final del viaje, sino solo el comienzo. Quiere que su equipo sea desafiado al máximo. Cree en los milagros, y reza todos los días por ellos.

    “No vamos a ser turistas, te lo aseguro. Espero que nos toque un grupo fuerte. Cada gran rival —Alemania, Brasil, el que sea— debe tener cuidado con Curazao”, afirmó.