En mayo de 2017, la última tabla de la Premier League para la temporada ofreció una lectura sombría desde el punto de vista de la competitividad. Terminando en las seis primeras posiciones estaban Chelsea, Tottenham, Manchester City, Liverpool, Arsenal y Manchester United. En algún orden, eran los favoritos para ocupar esos puestos antes de que se lanzara el primer balón, incluso a pesar de que Leicester City había ganado el título el año anterior, esto visto como la restauración del status quo después de un milagro único en la vida.
A ocho puntos detrás del United en sexta posición se encontraba Everton, que estaba atrapado en una isla entre esos equipos y el resto, habiendo terminado un asombroso 15 por delante del equipo en octavo, Southampton. Solo seis puntos separaban a los Saints y Watford en el 17. La Premier League era una tienda cerrada dividida en dos secciones: los retadores y el resto.
Este era el eje de poder del 'Big Six' de la Premier League en su máxima expresión; una división con desproporción en su ápice asimétrico. La década de 2010 fue casi exclusivamente dominada por estos clubes, y esta tendencia continuó en la siguiente década.
Por fin, hay al menos una reversión. El dinero de la televisión de los obscenos acuerdos de transmisión de la liga ha llegado a los 'otros 14'. Las Reglas de Ganancias y Sostenibilidad (PSR), aunque defectuosas, han nivelado un poco el campo de juego. Los equipos tradicionalmente más pequeños están pensando fuera de la caja y trabajando mucho más inteligentemente de lo que solían hacerlo para cerrar esa brecha, mientras que los de arriba están quemando efectivo como si sus vidas dependieran de ello. La era del 'Big Six' ha terminado.