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Mascherano, la decepción del Barcelona


ANÁLISIS

Nadie está a salvo del paso del tiempo, ni siquiera Javier Mascherano, uno de los mejores fichajes que jamás realizó el Barcelona. Llegó en 2010 con el aval de Leo Messi para reemplazar a Touré Yaya, harto de su ostracismo tras la imparable eclosión de Sergio Busquets, y a pesar de que tardó meses en entender los complejos mecanismos del equipo de Pep Guardiola al que llegó, cuando lo hizo fue para quedarse en el once durante años. Pero como central.

Intocable Busquets, cuando Mascherano ha jugado en la media ha sido solo en ausencia del canterano. Su liderazgo, su capacidad de posicionamiento y de anticipación a los movimientos de los rivales le garantizaron un hueco en el siempre inestable equilibrio de la zaga barcelonista, a la que ha imprimido carácter y liderazgo desde su llegada. Sin embargo, su indiscutibilidad puede haber llegado a su fin, lo cual no significa que no pueda seguir siendo un jugador valioso para el Barcelona.

De hecho, ha aparecido en la foto de la mayoría de los errores defensivos más sonados esta temporada y en el Juventus Stadium fue claramente el futbolista que rayó más lejos de su mejor nivel, sin que su actuación fuera el mayor argumento para explicar el baño que los hombres de Massimiliano Allegri le dieron a los de Luis Enrique Martínez. Sin embargo, el club le renovó hasta 2019 porque no estaba seguro de lograr incorporar un central de garantías. Samuel Umtiti, sin embargo, le ha acabado por quitar el sitio.

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Nadie discute la ascendencia de Mascherano dentro del seno del vestuario del Camp Nou. Sin embargo, en el graderío ya se pueden escuchar muchas voces discordantes en cuanto al rendimiento que esta temporada ha ofrecido el argentino, quien cerca de cumplir los treinta y tres años, debe asumir que su rol en el equipo debe cambiar. Él mismo advirtió hace un año que meditó su salida porque "uno no sabe si podrá mantener el nivel que exige este equipo" que le sigue queriendo aunque solo sea para ejercer como uno de los capitanes más carismáticos que jamás tuvo el Barcelona.

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