En la Liga MX, siempre se ha dicho que la temporada regular y la Liguilla son dos torneos completamente distintos. Durante 17 partidos, la consistencia importa, pero una vez que entras en la Liguilla, todo puede pasar. Hemos visto a los mejores equipos caer frente a los clasificados de menor posición una y otra vez. Así es como surgió la frase “La Maldición del Superlíder”. Algunos equipos incluso tratan de evitar terminar primeros solo para esquivar el supuesto maleficio.
Otros no son tan supersticiosos. Aspiran a dominar de principio a fin, esperando convertir la forma de la temporada regular en éxito en la postemporada.
Hace un par de años, la Liga MX introdujo el Play-In para sacudir las cosas - tomando prestado del formato de la NBA - para dar a más equipos una oportunidad en los playoffs. Donde antes los ocho mejores equipos iban directo a la Liguilla, ahora aquellos clasificados del séptimo al décimo lugar se enfrentan en el Play-In. Es un término aún desconocido para muchos aficionados en México.
Pero la ejecución levanta dudas. ¿Dos semanas completas de descanso para los mejores clasificados mientras que cuatro equipos de menor ranking se enfrentan? Esa es una pausa larga en una liga donde el impulso puede significar todo. En la NBA, los equipos apenas tienen dos días entre partidos. En la Liga MX, los aficionados esperan 14 días solo para confirmar los cuartos de final.
