Lionel Messi Argentina Islandia Iceland World Cup 16062018MLADEN ANTONOV/AFP/Getty Images

Por qué el penal terminó siendo lo de menos para Messi

Mira al cielo con los brazos en jarra. Pero dura unos segundos. No insulta. No se lamenta. Se queda hipnotizado por la secuencia, ahora con la vista perdida en el piso. Fue un golpe para la Selección argentina. Fue un pinchazo para los hinchas que reventaron el estadio de Moscú. Y fue una piña al mentón para Lionel Messi. Pero, aunque parezca raro, esa secuencia terminó siendo secundaria. Lo de menos.

Flotó en la cancha. Se paró entre la línea de defensores centrales y los dos volantes que se dividían el campo de Islandia. Peor que fallar el penal fue que Messi no encontró su lugar en el campo. Terminó absorbido, casi siempre rodeado por cuatro defensores llenos de energía y vigor. Ordenados y hasta limpios para marcar. En los primeros minutos del partido probó volcado a la derecha, pero terminó recibiendo lejísimos del área. En el segundo tiempo, careció de intensidad para encontrar esos espacios secretos que siempre suele encontrar.

No tuvo socios. Al Kun Agüero le dio varias pelotas, pero el delantero del Manchester City no le encontró el ritmo. De espaldas ante los gigantes centrales islandeses, terminó desequilibrado, sin fuerza como para rebotarle paredes. A la izquierda, Di María quedó demasiado lejos y Meza prácticamente no figuró como opción de pase. Cuando entró Banega, el capitán de la Selección argentina le levantó el pulgar en señal de “ahora vamos a jugar”. Pero, salvo algunos pases hacia adelante del mediocampista del Sevilla, no hubo conexión. Volvió el Messi rodeado, el de las malas épocas con la Albiceleste. Mucho peor que errar un penal.

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No tuvo explosión. Le costó sacar diferencia en el mano a mano, como si estuviera cansado. No ganó en casi ningún forcejeo contra los islandeses. Los últimos diez o quince minutos los hizo trotando, sin grandes esfuerzos, claramente cansado. Se sintió una chispa apagada, no tan fina como en buena parte de la temporada 2017/18.

Le faltó rebeldía. Una cuestión anímica, quizás. Una sensación de no sentir empatía con el equipo. En el segundo tiempo, luego de una serie de malas intervenciones (la última, un pase corto a Di María), insultó, bajó la marcha y su ritmo se fue apagando. Tuvo un par de tiro libres no tan precisos como otras veces. Volvió la imagen gris de una etapa que parecía superada. Todo mucho peor que errar el penal.

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