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Los pro y contra de la permanente rotación de Alfaro y Boca

Esteban Andrada en el arco, la zaga de Lisandro López y Carlos Izquierdoz, el centro del campo de Iván Marcone y Darío Benedetto como punta de lanza. Gustavo Alfaro consolidó en estos 11 partidos oficiales, nueve por Superliga y dos de Copa Libertadores, a la columna vertebral del nuevo Boca, decidido a enterrar todo lo que dejó el fatídico 9 de diciembre del año pasado.

Sin embargo, en este breve ciclo de dos meses y medio, el entrenador decidió no "casarse" con nadie más y, en la búsqueda de un once de memoria y con el apretado fixture del semestre, la rotación es permanente, con sus beneficios y perjuicios.

Entre los puntos positivos a destacar es que nadie queda afuera de los planes: Emmanuel Mas, que parecía buscar club durante el receso, se afianzó en el carril izquierdo tras la salida de Olaza y mientras se completa la recuperación de Fabra; del otro lado, Buffarini cambió rápidamente reproches por aplausos y a pura rabona empezó a revertir la opinión de los hinchas.

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Otro que pensó en emigrar y de golpe se ve entre los once es Sebastián Villa, quien aprovecha partido a partido la lesión de Pavón; en la zona media, Nandez, Campuzano, Bebelo Reynoso y Almendra se turnan de acuerdo a la estrategia puntual. Y la disyuntiva que se llevó los flashes en los primeros partidos, entre Zárate o Carlitos Tevez, se transformó en una asociación que cada vez se entiende mejor.

Que nadie se sienta indiscutido ni relegado abre juego a la sana competencia interna y eso es algo que el DT busca todo el tiempo. Pero no afianzar un equipo más allá de la base puede ser un arma de doble filo, cuando alguno de los rivales logre descifrar el planteo y golpee primero, lo que Tolima no pudo hacer en La Bombonera y lo pagó con un 0-3 gracias a un segundo tiempo a pura furia. 

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