Everton 2022-23Getty

El Everton sigue deambulando por el desierto

Por Juan Yagüe.- Ayer, Sean Dyche hizo su primera rueda de prensa pre partido como entrenador del Everton. El técnico de 51 años, recién llegado a Finch Farm, tiene una tarea de aúpa en la ciudad de Liverpool. Los Toffees son penúltimos y es el equipo de la Premier League que menos partidos ha ganado de la competición (tres). La situación de Goodison Park es insostenible. Y ha sido elegido para salvar un barco en pleno hundimiento.

Todo son malas noticias en el lado azul de Merseyside. Ha acabado el mercado de fichajes y no se ha hecho ni una sóla adquisición en todo el mes de enero. Anthony Gordon, traspasado al Newcastle United por 45 millones, es el último vestigio de la crisis de la institución. Un diamante de la cantera que quiso escapar de su club de siempre por desesperanza y pesimismo. Pero como en el Everton siempre hay espacio para el horror, cabe recorder que se rechazó una oferta mayor del Chelsea por él el pasado verano.

La plantilla tiene ciertas piezas de valor. Jordan Pickford, el portero titular de la selección inglesa, lleva años como número uno de los Toffees. Coady y Tarkowski (que estuvo con Dyche en el Burnley), son defensas experimentados y fiables que han vivido situaciones límite de presión y resultados. Demarai Gray tiene talento para hacer genialidades (como el gol ante el Manchester City en el Etihad), y Onana ha resultado ser un fichaje eficiente. Entonces, con algunos brotes verdes, ¿por qué va todo tan sumamente mal?

El Everton tiene una de las hinchadas más leales y pasionales de la Premier League. Llevan muchos años sin ganar un título y soportando los éxitos del vecino (especialmente el último lustro). Pero no toleran la falta de gestión del dúo Fahad Moshiri y Bill Kenwright. La crispación no para de aumentar, e incluso fueron avisados por las fuerzas de seguridad de no acudir a Goodison Park el día del partido frente al Southampton (derrota por 1-2). Toda esta tensión se refleja dentro del campo y el bucle sigue.

Es difícil pronosticar cuál es el devenir del club. Están construyendo un colosal estadio en la rivera del río Mersey, con una localización fantástica cerca del centro de la ciudad. Pero, ¿para qué esa puesta en escena si el equipo está en riesgo de batir records negativos? Aficionados de cincuenta años nunca han visto a su equipo en Championship. Y tienen claro que la opción es cada vez más real de que eso suceda a partir de agosto. Sin embargo, no se sabe cuál es la solución. Nada tiene sentido en un club que se gastó 600 millones en fichajes en diez años y ha pasado de competir por los puestos europeos a ser candidato (y favorito) al descenso.

No se entiende la labor de scouting del club, los fichajes que se hacen. Retales de otros equipos (Maupay, Gana, Townsend) y jugadores de equipos grandes venidos a menos (Yerry Mina, James Rodríguez, que no duró nada, Alex Iwobi). Todo eso, sumado a la marcha de los mejores activos (Digne o Gordon ahora) hace que la esperanza desaparezca. Cada decisión parece un paso hacia atrás y no hacia adelante.

Por si fuera poco, en las próximas nueve jornadas, el Everton se enfrentará a cinco de los grandes de Inglaterra. Arsenal, mañana, Liverpool, la semana que viene, y luego Chelsea, Tottenham y Manchester United hasta principios de abril, más algunos duelos frente a rivales directos (Leeds, Nottingham Forest, Brentford). Dyche es marinero experto porque nunca faenó en mares en calma. Pero habrá que ver qué puede hacer por la historia y el honor de uno de los clubes más representativos del fútbol inglés. El Everton no tiene futuro. Pero tiene que intentar sobrevivir al presente.

Juan Yagüe

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