En el mercado invernal, el Barcelona fichó a Pierre-Emerick Aubameyang y Ferran Torres y consiguió la cesión de Adama Traoré para terminar la temporada con una delantera más incisiva que la edificada en la ventana veraniega, en la que se marcharon Leo Messi y Antoine Griezmann y en la que solamente pudo llegar cedido el espigado neerlandés Luuk de Jong. A ese Barça le faltaba gol, algo que consiguió con el aterrizaje de estos tres futbolistas junto a Dani Alves, que sigue aportando liderazgo dentro de un vestuario falto de motivación y repleto de jóvenes. En aquel mercado, el conjunto azulgrana centró sus esfuerzos en la parcela de ataque, una mirada que ahora también se enfocará en mejorar una línea defensiva muy tocada por los últimos resultados y por la lesión que arrastra Gerard Piqué, el jerarca de esa zona y quién mejor rinde incluso estando tocado.
Joan Laporta prometió un mínimo de cuatro fichajes de cara a la próxima temporada, pero internamente no hay una cifra. Ni mínima, ni máxima. Si hace falta hacer ocho incorporaciones, se harán. También dependerá de las salidas y de la cantidad de dinero que se consiga por ellas, así como de la reducción necesaria de la masa salarial del primer equipo masculino, que sigue impactando negativamente en una economía mermada. Pero lo que sí tiene claro Xavi Hernández es que quiere a dos futbolistas de nivel para cada posición del campo, contando que el sistema táctico es el 4-3-3. La plantilla deberá contar con dos porteros, dos laterales diestros, cuatro centrales, dos laterales zurdos, dos pivotes, cuatro interiores, cuatro extremos y dos delanteros.
Donde se espera una gran revolución es precisamente en defensa. El Barça ya acordó el contrato del central danés Thomas Christensen, del Chelsea, pero la mirada hacia Londres sigue fija. La crisis institucional del conjunto blue, con las salidas de Roman Abramovich y Marina Granovskaya, abre más posibilidades que el club catalán quiere aprovechar, con la vista puesta en César Azpilicueta y Marcos Alonso. La voluntad del navarro es volver a LaLiga tras doce años lejos de casa y el Chelsea no pondrá dificultades a la salida -termina contrato en 2023-, pero sí pedirá un pequeño esfuerzo económico al Barcelona, de la misma manera que hizo con el Milan, a quién vendió a Olivier Giroud en su último año de contrato por menos de un millón de euros. Otra opción para el lateral diestro es Noussair Mazraoui, que queda libre del Ajax este próximo 1 de julio, pero al staff técnico de Xavi no le acaba de convencer. En el caso de Marcos Alonso, la cifra a abonar no será tan baja pese a también terminar contrato en 2023.
Azpilicueta es un perfil polivalente que puede jugar tanto de lateral diestro como de central, con lo que, si se quedan Sergiño Dest y Dani Alves -que no lo puede jugar todo-, la plaza en la derecha estaría completa. Con Christensen, Piqué, Eric Garcia y Araujo, el eje estaría completo, pero consta que la dirección técnica quiere a otro central para asegurar las necesidades, viendo las lesiones de las últimas semanas. En la izquierda es donde hay el problema. Jordi Alba no tiene un suplente de garantías desde que se marchara Adriano Correia, pero a bajo precio no hay nada en el mercado. Habrá que invertir.
Para fichar a alguien, el Barça necesita vender. Y las prioridades están precisamente en la defensa, con Clément Lenglet y Samuel Umtiti en la rampa de salida. Ya lo estaban en 2021, pero el club no pudo encontrarles una salida. La rebaja de salario de Umtiti facilita la situación, pero habrá que trabajar para que algún club apueste por un jugador con la rodilla perjudicada. En el caso de Lenglet, tiene mercado, pero a día de hoy su entorno asegura que no ha habido ningún movimiento por parte del Barcelona. Nadie del club se ha puesto en contacto con el jugador ni su agente para buscar una salida. Lo que queda claro es que todos no caben.