La última conferencia de prensa de Tata Martino de la temporada 2024, después de que el Inter Miami fuera eliminado de los playoffs por el Atlanta United en la primera ronda, fue de desafío. Se quejó un poco de los árbitros: un acto increíble de aferrarse a la paja después de una derrota totalmente merecida por 3-2. También destacó el progreso del club y habló del logro de pasar de un equipo que no llegó a los playoffs a uno que estableció el récord de puntos de la MLS en una sola temporada.
Pero admitió que "los objetivos han sido modificados" y que una eliminación en la primera ronda simplemente no era suficiente.
En otras palabras, éste no era el tono de un hombre que estaba a punto de perder su trabajo. Al analizar las cosas, había una sensación real de "ir de nuevo", incluso si no se decía abiertamente. Por lo tanto, fue una sorpresa cuando el martes surgieron informes de que Martino e Inter Miami se estaban separando, y que el entrenador se marchaba por "razones personales".
En este punto, vale la pena reconocer tres cosas. La primera es que aún no se ha hecho público si Martino fue despedido, renunció porque sabía que lo despedirían o si realmente ya no quería el trabajo. La segunda es que, al no poder ganar la MLS Cup, por muy buena que haya sido la temporada regular, la campaña de Miami no puede considerarse un éxito. Y el tercero crucial, el quid de los próximos 12 meses de este club, es que Lionel Messi podría no jugar en la MLS por estas fechas el próximo año.
Quien asuma este puesto ahora probablemente será el último entrenador para el que juegue Messi, al menos a nivel de clubes. La salida de Martino, independientemente de las minucias de las circunstancias, se siente dura. Pero por el bien de Messi, especialmente en los cielos oscuros de sus años crepusculares (aquí estamos más allá del punto de sentimiento), Miami simplemente tiene que hacer bien esta próxima cita.