Hay dos verdades que no tienen discusión: el racismo es un flagelo gravísimo que acecha a Europa y Vinicius es un maravilloso jugador de fútbol, muy probablemente el mejor de la temporada, y cuando tenga en sus manos el Balón de Oro quedará confirmado. Sin embargo, hay una cuestión que une a estas dos temáticas y que no está funcionando como debería.
Vini se siente un luchador contra los ataques raciales. De hecho, es probablemente quien más duro instaló el tema. Pero llega un punto en el que la victimización empieza a ser negativa tanto para él como para sus compañeros del Real Madrid. Y cuando siente que es una guerra entre él y España, todos pierden.
El 7 brasileño jugará el derbi de Madrid este domingo porque Muñiz Ruiz no le quiso expulsar. Ya tenía una tarjeta por protestar una falta y, cuando era reemplazado, al ver que se añadían seis minutos, lanzó una risa en el rostro del colegiado asistente y se fue a los gritos, sujetado por los propios integrantes del cuerpo técnico. Y al Madrid casi le empata el Alavés, cuando el partido había estado 3-0 con amplia superioridad.
Pero existe otro Vinicius y es el de la Champions League. En el plano internacional pareciera jugar de otra manera, más relajada, disfrutando de ser uno de los mejores, si no el mejor. Lo hace para él y para el equipo. Porque en España juega contra el mundo. Parece que fuera a una guerra en la que debe sobrevivir. Y en varias ocasiones responde a los agravios con actitudes que lo único que hacen es echar leña al fuego.
Vini tiene todo para ser un jugador de época, pero necesita enfocarse en eso. De nada sirve creerse que es el villano de la historia si ni siquiera hay una historia.